Me contaron que invitaron al entonces cardenal Ratzinger a contemplar la semana santa de Sevilla. Desde un balcón observó el paso del Cristo del Silencio. Impresionante admirar el paso de esta cofradía por las calles de Sevilla: la gente conmovida calla y reza. Los pasos van acompañados con música de capilla y olores a incienso y azahar.
Derrepenete, depronoto, una mujer se planta delante del Cristo y grita de rodillas y con los brazos en cruz...¡¡¡PERDÓNAME , JESÚS!, PORQUE SOY LA MÁS PUTA DE SEVILLA!!!
Nadie se inmuta en la muchedumbre, ni los cofrades.
Ratzinger quiere saber qué ha dicho esa mujer que ha roto con su plegaria el frescor de la noche triste.
- Una frase muy española, cardenal, difícil de traducir- le comentaron.
¡Cualquiera le traduce la jaculatoria al alemán!
Ser la más puta de Sevilla no es moco de pavo, aunque me temo que el ranking de más putas algunas en Sevilla debe de tener la pool position echando humo en la parrilla de salida.
Y en Valladolid.O en san Cugat...
De la anécdota lo que hace gracia es calificarse de “la más puta”. Puestos a ser algo, ser la más.
Esto los hombres lo hacen con otras cosas. Por ejemplo, “tenerla la más grande”. Pero eso no es razón para ponerse de rodillas delante de Jesús y gritar al viento imperio ¡¡¡“PERDÓNAME , JESÚS, PORQUE TENGO LA POLLA MÁS GRANDE DE SEVILLA!!!”.
No lo veo.
Y viene a cuento la entrada por una cita de C. S. Lewis...”La mujer entiende por generosidad, principalmente, el molestarse por los demás; el hombre, no molestar a los demás. De ahí que un sexo considere al otro radicalmente egoísta”.
La mujer está más acostumbrada a dar el cante si es necesario, como sea necesario , y cuando sea necesario. No se corta un pelo. Si es una prostituta, es una Magdalena capaz de enfrentarse a una muchedumbre de fanáticos y cantarles las cuarenta. Cuando hace la calle, no se esconde, se muestra, desfila, y mira a los ojos con descaro.
El hombre...no molesta.
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