De pequeños se nos castigaba por copiar en los exámenes.
Mientras que hoy se educa premiando por copiar de los mayores y ser buenos niños. La copia nos asegura la aceptación y la aceptación la pertenencia a la familia, al cole, al grupo, o sea la supervivencia.
Copiamos para integrarnos, y esa inercia es muy difícil de vencer.
Por esa razón queremos que nuestros hijos copien virtudes burguesas: les enseñamos a cultivar pequeñas virtudes, no las grandes.
Los queremos ahorradores, pero no generosos e indiferentes al dinero.
Los queremos prudentes ,pero sin coraje , despreciando el peligro.
Los queremos astutos, pero no con mirada franca , y amor a la verdad.
Los queremos diplomáticos, antes que personas que aman al prójimo ,y son abnegados.
Los queremos con éxito , a cualquier precio, da lo mismo ser o saber.
Esas grandes virtudes, que no se respiran en el aire, deben constituir la primera sustancia de la relación con nuestros hijos, el principal fundamento de la educación. Además, lo grande puede contener también lo pequeño, pero lo pequeño, por ley de la naturaleza, no puede de ninguna manera contener lo grande.
No hay comentarios:
Publicar un comentario