domingo, 26 de febrero de 2017

EL DISFRUTE DE CONTAR HISTORIAS

Me gusta escribir. Y escribo no para que me lean. Es otro modo de  vivir este de contar  cosas  que pasan.

Para mi hay dos maneras de contar  historias.  Una es  la del campesino. Habla de cosas  que han pasado en el pasado , memoria de  otras  vidas. No se  ha  movido de un lugar, una comarca, un pequeño país, pero  hace  un universo de  lo cotidiano. Ese es Delibes, por ejemplo.Atesora la memoria de un pueblo, sus secretos y sus actos memorables, y los devuelve al presente.

Otro es el marino que, viniendo de fuera, trae noticias de otros mundos. 

El primero habla en sus relatos del pasado; el segundo de parajes remotos que nadie sino él ha podido conocer. Ambos hablan de lejanías, aunque una sea temporal y otra espacial, y ambos toman lo narrado de su experiencia, la suya propia o la transmitida, tratando de conseguir que se transforme en experiencia de los demás.

El disfrute es  encontrar  una historia  escuchando  al otro. Al vecino que   cuenta una anécdota en el ascensor, al guasón que  echa un guiño en forma de chiste. Hay  que  aprender a escuchar.  Vivimos en un mundo cargado de cuentos, historias, narraciones. Y no creo que exista tarea más divertida que  saber encontrar esas  historias  , son pepitas de oro, en nuestra particular batea  diaria.

Dando clases de literatura y Lengua descubrí que los mejores lectores son los niños   porque no les gustan las historias aburridas, creen en cosas extrañas y maravillosas como los ángeles y los demonios, la lógica, los duendes y las brujas... y porque además no leen  para librarse de la culpa o para calmar su sed de rebelión, sino porque se lo pasan muy bien. Disfrutan.

Había  libro que no fallaba nunca. Roald Dhal era infalible.

 "La misión del viajero -le dice Marco Polo al anciano Khan- es buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno no es infierno, y hacerlo durar y darle espacio".Pues eso: cada libro es como una de esas ciudades del misterio, el deseo y la angustia descritas por Marco Polo, y su lector, el viajero que la visita.

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ESPACIO RADICAL LIBRE: HASTA EL ÚLTIMO HOMBRE.

1 comentario:

  1. Mi amigo Moisés tiene 18 años, es gitano, tiene un C.I. de noventa ( con ochenta y cinco el Estado te considera disminuído psíquico ), tiene tres hermanos pequeños y sus padres nunca están en casa. El destino le ha jugado una mala pasada.
    Pero el tío es listo de cojones.
    Todas las semanas trata de engañarme para conseguir pasta. En los dos meses que le conozco ha matado a media familia.
    " Diego da me argo pal autobús, que a mi agüela la dao horas de vida".
    " Moisés, dime en qué hospital está tu abuela y te llevo en coche"
    " No, prefiero ir en autobús solo"
    ...
    Moisés quiere la pasta para comprar comida para sus hermanos. Desde el punto de vista de los payos es un mentiroso; desde el punto de vista de Dios es un buscavidas. Yo me he quedado con la segunda versión.
    Los sábados quedamos y vamos al súper. Veinte pavos de leche, galletas y magdalenas.
    " Gracias Diego ".
    " No me las des. Reza por mi hija, que está malita . Ése es nuestro trato ".
    " Vale. Le diré a mis hermanos que recen también "
    ...
    Moisés es un buen tipo. Ayer me contó que todas las noches le lee cuentos a su hermana pequeña.
    " Los tres cerditos es el que más le gusta. Me lo pide mucho".
    Dice que ella se queda dormida cuando le lee las historias que otros han escrito. Y que algunas veces se los inventa.
    Y que es el mejor rato del día.
    ...
    Dios sabe que el alma de este buscavidas es pura.
    Y el Boss me ha hecho el favor de que se cruzara en mi camino.
    ...
    Ayer me llamó amigo por primera vez.
    Y yo miré al cielo y apreté los dientes.

    Y luego fui a la librería a comprarles cuentos.
    Porque ellos dos sí. Ellos dos saben leerlos y escucharlos.

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