El hombre ha buscado, y sigue en esa ardua tarea, caminos que le lleven a la inmortalidad El gran problema de toda cultura desde que somos humanidad es el paso del tiempo. Los argonautas en busca del vellocino de oro , la conquista del santo Grial, Dorian Gray, la Piedra filosofal, el Dorado , Sangri La , todos buscando la eterna juventud
Hubo conquistadores que navegaron a Florida desde Puerto Rico para descubrir la fuente de la eterna juventud que manaba en Bimini, según la leyenda.
Hemos hecho locuras para detener el paso del tiempo. Josué gritó al sol que se detuviera para terminar la conquista de una ciudad en la tierra prometida . ¡Y se detuvo!.
Hoy el viaje hacia ese manantial se realiza en las clínicas de cirugía estética donde el mito de la inmortalidad se celebra a cuchillo en párpados, cuello,mamas, narices, orejas, nalgas , con botox, polímeros, silicona , sobre el rostro de los expedicionarios.
Los que su expedición no puede cruzar ciertos mares usan cremas antiage, una idiotez que simula la patética ilusión.
Al final resultó que el vellocino era un irrealizable sueño de mujer situado en el horizonte del mar que se alejaba a medida que los argonautas se acercaban a él , hasta llegar al naufragio final.
El Santo Grial sirvíó sólo para encender el corazón de los caballeros , y de haberse encontrado hubiese desencadenado la peor de las codicias.
La búsqueda de la piedra filosofal llevó a sus expedicionarios a la suprema pureza , que es la locura.
Sólo hay una manera de alcanzar esa eterna juventud, de parar el tiempo: el amor. Pero tiene que ser el verdadero, el que siempre te mantendrá joven pase el tiempo que pase.
No era el mejor hombre, en realidad tan solo fue un habitante más.
ResponderEliminarUn conjunto de átomos y moléculas a quien todos perseguían con un fin lucrativo.
De su paso por este planeta tan sólo destacar su capacidad de amar.
Falleció a los ochenta y cinco años con un alma limpia de tan solo veinticinco.
Los números fallaron.
Cuantos más años cumplía, más se desataba su pasión por vivir.
No recuerdo su nombre, pero sí la forma de entrar en los garitos.
Saludaba con algún chascarrillo.
Conseguía que a la camarera de los ojos verdes esmeralda le brillaran más si cabe los ojazos.
Como dos luceros.