sábado, 16 de septiembre de 2017

ANNA , DECORADORA DE INTERIORES.

Cerca  de casa, en sant  Cugat, hay  una  tienda de Decoración de  Interiores.

En realidad  en Sant  Cugat  hay  muchas  tiendas  de  ese  tipo. Esta  es  una  ciudad  con  mucha  gilipollez  que  permiten  vivir  de su arte  a  esta  gente  guapa, cool, rollo alternativo. Aquí  hay peña  lo suficientemente  rica   y  tonta  como  para  no decidir  por sí  misma sobre  sus  propios  gustos.

La  dueña  de  la  tienda  es  una  mujer  madurita de  buen ver. Rubia  palatino, hipermástica,  mucha  chapa  y  pintura, algo  cacatúa, mollares  pilates. Como  la  ratita  presumida  está siempre  en la  puerta raca raca  con alguna amiga, o con el  móvil.

Cada  gesto  que  hace  es  elegante, anda a caderazos, como  las  modelos  en  las pasarelas, y  da  golpes  de  melena  de  vez en cuando. Su palabra  es  cultivada, voz  afónica  y grave. Cuando se  ríe  le  monegrean  los  ojos en patas de gallo  en surcos  que  le  cruzan hasta  más allá de  la  orejas.

Recuerda  el chiste:

-  Doctor, tengo  patas  de gallo, ¿ qué puedo hacer?.

- Póngase  pantalones.

Cada  baratija  de su tienda  está  exactamente donde   debe   estar, con precisión  milimétrica. Todo  allí  tiene  un aire  zen, armonía  bañada de  aromas  dulzones  y  música  chillout.

Uno  intuye  que  su  corazón, como  su  tienda, está   organizado  según  un arte  refinado y  sofisticado.Tiene  una  mirada  que  apunta   un cierto  desdén  elitista. "Esta  tienda  no  es  para  cualquiera", parece  decir. Se  desenvuelve  de  maravilla  con sus  clientes, en su  mayoría  mujeres  postizas y   ricas, o eso  parecen, acompañadas  en ocasiones  de señores  porcinos con  cara  de  aburridos ,  con  pinta  de  jugar al ajedrez una  simultánea. Ya sabéis, en  una  partida  avanza  un  peón, en  otra  se  come  un  alfil, y en otra  jaque  mate.

En esa  tienda, y en esa  mujer  también,  el desorden  está  donde  tiene  que estar, nada es  improvisado. 

Hace  unos  días  tomé  café  con ella. Se  llama Anna, está separada, dos  hijos.  Vive  con  un  ser  humano  que es  arquitecto, " fue  él  quien  me animó a abrir  el estudio".

- ¿Estudio? - pregunto

- Sí, bueno, la  tienda..

La  encuentro  insustancial.  Presumida   -  " cada  seis  meses  me  gusta  visitar  las  ciudades  de  Europa  , donde  se  innova  para  estar  al día "-  coqueta  y, como  bastante  gente  de  por  aquí, paleta.

No sé, en  una  vida  como esa,  la  verdad  y el amor , suponiendo  que  puedan entrar en ella alguna vez  , a  esta  mujer  le  parecerían de  un  imperdonable  mal  gusto. 

Resultado de imagen de calle  comercial     de sant Cugat
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1 comentario:

  1. Yo, que he devorado todos los libros de autoayuda en mis épocas más oscuras, pienso que cada uno tiene sus fases.
    El otro día leí una cosa interesante de un tal Windelband (nada: un neokantiano). Hablaba del conocimiento "ideográfico" como transferido al estudio de la individualidad (idios en griego significa único, individual) en contra del conocimiento normativo que busca la regularidad (el nomos).
    A la individualidad la puedes comprender en su biografía y "antes de su muerte no felicites a nadie porque solo en su final se conoce al hombre". Cada uno tenemos sus fases.

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