Ayer pasé a rezar en el Monasterio de sant Cugat. Estaba bañado de una luz maravillosa, irreal, traslúcida, de una gracia fina, suspendida en un atmósfera densa, que se palpa. El silencio intenso invitaba a la plegaria.
A esa hora , la luz del sol a través de las vidrieras vetadas proyectaban haces policromados que daban un aire de recogimiento al templo.
Cuando veo vidrieras como éstas, recuerdo una metáfora que hace referencia al emplomado que sostiene las piezas de cristal vitrificado. Ese plomo soldado es nuestro cuerpo, que sostiene un alma que deja pasar la luz de la Gracia. La muerte sería el abandono de esa plomada, y el abrazo del alma a la Luz.
Hay cosas a las que habría que atender con un mimo extremo, con atención , como la luz traspasa las vidrieras esta mañana en el Monasterio . ¡ Dios, qué lejos me encuentro de Ti!
Algunas cosas emergen , otras se ocultan, y otras parece que siempre han estado ahí, como las plegarias que libera una anciana en la capilla del Santísimo , dando a las paredes, y a mi alma, una frescura y una paz sobrenatural y esponjada.
No sé rezar, nunca he sabido. Me gustaría vivir con una balanza minúscula, como esas que usan los joyeros. En uno de los platillos poner la sombra, en el otro la luz. Aquí, en lugar sagrado, un gramo de luz, hace de contrapeso a toneladas de sombra.
Un gramo de amor compensa y equilibra todo el fango de mi vida....¿pero tengo esa pureza de quilates en mi corazón?
Salí con paz , nuevo, como recién duchado después de mucho tiempo andando de aquí para allá.
La luz.
ResponderEliminarLa luz es la sombra arrojada por Dios sobre los hombres.