domingo, 10 de septiembre de 2017

UN SÁBADO EN LA MADRIGUERA

Ayer   fui a "la Madriguera", un lugar   escondido  en Gallecs. Estuve  contemplando  el paisaje, día  de  nubes  grises.

Tuve noticia  del  fallecimiento  de un  antiguo  alumno.

Cuando, de pronto, en mitad  de  la vida se le rompe el corazón a un joven al que has conocido de niño y has visto jugar y crecer , hacerse adolescente, llegar a la juventud  y encarrilar  su vida , uno siente que la muerte esta vez te ha atacado también a ti por la espalda y en este lance se ha llevado con él la memoria de unas mañanas azules llenas de felicidad junto con los soles compartidos en campamentos  de  verano.

Esta es una entrada  que debo   a unos cuantos amigos  que se fueron: Santi, Andreu, Giorgio.

Estoy con esa tristeza que arrastro en ocasiones de quien no sabe despedirse,  pero se ha estado yendo siempre.

Esa es  la pena de los que no sabemos decir adiós.

Mi historia se parece a muchas otras.

Me  acuerdo  también  de mi padre  y de  Manuela. Siento una  emoción intensa en la calma   de  esta  mañana , en la quietud del  que viaja a ninguna parte. Recuerdo  la  mirada  de mi padre. 

En la  risa repentina  de  Manuela , en la  dulce  intensidad   de las lágrimas que sabían  a  , también  bebí  alguna de esas perlas,  hermosos recuerdos de color cerveza.

Me voy a mi madriguera , a contar algo, a decir algo, sobre todo, pero especialmente sobre eso, sobre lo que ya no puedo decir en voz alta. Algo  parecido  como buscar decir simplemente

- Espérame, amor mío. Nunca te dije adiós .



(La  Madriguera, y vista  desde allí)

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