martes, 26 de septiembre de 2017

BUSCANDO LA VERDAD.

El que busca la verdad corre el grave riesgo de encontrarla. 

Son muchos los que todavía siguen la consigna de Sócrates y tratan de conocerse a sí mismos. 

Hubo un tiempo  en que  se empeñaron en  que  supiera  cuál  era  mi defecto  dominante . 

Respondía " la pereza". y el  que  me escuchaba  contestaba "  no: es  el afán de  ser  la salsa de  todos  los  platos".

Así  me  he  pasado  años  y años  intentando  conocerme. Hace  unos  días  una  mujer  me dijo " eres un vanidoso. Contigo  nunca  se sabe, juegas  a  todas  horas  a  quedar  bien  con  todo  el mundo".

Le  contesté "¿ tú  también me  vas  a  intentar  explicar  quién soy  yo?".

Ya  no  me  interesa  para  nada  conocerme.  ¿Para qué? El más pintado puede llevarse una desagradable sorpresa. Si se empieza a explorar el alma con cierto rigor, después de un examen no muy profundo uno siempre descubre que es gilipollas. 

El alma del hombre no hay que tocarla ni con una pértiga.En el interior de cada ser   humano , en ese pozo ciego  de   aguas  negras donde anidan las lombrices, se esconde un pecador, un mediocre honorable, un simpático criminal o, en el mejor de los casos, un elegante político evasor de divisas. 

Pero el asunto ya no tiene remedio. 

Hoy se ha puesto de moda la verdad, y tanto los individuos como los pueblos andan persiguiendo de forma insensata  un axioma que los defina. Sin ir más lejos, los catalanes  se debaten estos  días ardientemente por alcanzar la identidad. Los vascos , valencianos, gallegos, castellanos, murcianos, asturianos y andaluces están dedicados también a excavar por su cuenta en la cultura del propio solar con la ilusión de hallar un tesoro perdido. 

Hace  unos  días el lendakari  afirmaba , con ese  tono que se dan  los  txupamelagorri pata  negra, " hay dos naciones  en España". ¿Dos?, ¿ y  por  qué no diez, o veinte, o cien?..

Los  catalanes  han  llegado  incluso a  inventar trolas  inverosímiles  en nombre de esta perogrullada. Hace  poco  escuché a  una  señora  vestida  con la  camiseta estelada " ¡ qué  aire  más  fresco se respira  después de una  tormenta en sant Cugat!". Es  lo  que  tienen  las  tormentas  catalanas, que se respira  muy bien.

Aquí cada tribu se postra masivamente ante su totem peculiar. Sant  Jordi  Pujol, pregeu  per  nosaltres!

Resulta un juego muy peligroso. Podría suceder que después de tanta búsqueda histórica o de tantas  ensoñaciones, de  revolucion del  sonriures  los propios catalanes  descubrieran por sí mismos que son como los demás, que los castellanos, vascos , valencianos, gallegos y andaluces, al final de la investigación étnica y cultural, llegaran a la conclusión de que, además de ser pequeños y morenos, a todos les gusta ir al  cine  igual que a los chinos, o que ese caballero tan cristiano y distinguido se entera por el psiquiatra que en el fondo tiene  pulsiones  homosexuales    porque mamá  le  prodigaba  miles de besos  y achuchones . 

La verdad no está en la apariencia, tal vez   en la confusión.  Somos  muchos en uno. 

Por eso yo, que intuyo  de mí lo peor, no quiero remover las aguas. Pero cada cual haga  lo  que  le peta . Allá él.

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1 comentario:

  1. Hay tantas naciones como personas. También decía Benedicto XVI que hay tantos caminos para llegar a Dios como personas.
    En un artículo del The Economist habla del sentimiento de inseguridad de los catalanes a los que les gusta pensar que son una región desarrollada en un país subdesarrollado. Al dejar de ser España un país subdesarrollado, tienen miedo de perder su estatus dentro de nuestro país.
    Otra interpretación, pensaba yo.

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