sábado, 13 de junio de 2020

RECUERDOS DE LOS JESUÍTAS DE ZARAGOZA.

La memoria no es plana como el culo de una sartén sino que va haciendo vueltas y revueltas ,  vientres y nodos, altos y bajos, cumbres altaneras, e incluso simas y lodazales espantosos. 

Lo escribo porque hoy se me han amontonado en la mente, sin previo aviso, también sin orden ni concierto, recuerdos que no sabía siquiera donde andaban, ni en que limbo dormnían.

Me acordé del hermano Urdániz,  del colegio del Salvador de Zaragoza. Un navarro de pinta cuartelera, peinado a cepillo, alto, enjuto, seco y lembreño, que gustaba de sobarnos  la nalga metiendo mano por la p ernera del pantalón. Tenía voz atiplada , mirada de euskaldún, los ojos muy parecidos a los de  Arnaldo Otegui.

Nos llamaba a leer junto a él en la mesa del profesor. Allí pescaba trucha culete mientras uno  recitaba. Uno se dejaba hacer. Porque  Urdániz tendría voz de esposa del Córdero, pero manos de pelotari, deporte que jugaba en el frontón del colegio, y soltaba unas bofetadas a mano abierta que te dejaban viendo a Napoleón en minifalda. 

Otro cura muy especial que recuerdo es el padre Pérez. Era el prefecto de Disciplina. Con ese título podéis imaginar como las gastaba. Era bajito y malintencionado, como casi todos los bajitos que he conocido, que son raza muy susceptible. Éste Pérez perdía los estribos con frecuencia  y una vez fuera de sí podía pasar cualquier cosa. Una vez  entró en clase y preguntó quién había sido el que había sacado la leona disecada de la vitrina al pasillo  ( en el colegio había una especie de zoo con piezas disecadas que habían enviado antiguos alumnos y misioneros al colegio). Nadie respondió. 

Pérez no se andaba con chiquitas, dicho esto sin ánimo de señalar. Se quitó la sotana y se paseó dando usties a mano abierta alumno por alumno, fila por fila.  Así era Pérez.

Otro cura inolvidable era el padre Cavero. 

De éste sé por un sacerdote numerario que le convenció de que se hiciese del opus dei. Se fueron los dos al director del colegio Mayor Miraflores  con la idea de pedir la admisión a la obra. Al parecer Cavero iba vestidos de laico.

- Muy bien - dijo el ditrector....¿ y qué te lleva a ti a descubrir la vocación al opus dei?

- Pues , verá, soy jesuíta, y al conocer su carisma me he dado cuenta que  mi vocación se complementa muy bien con la de usredes y....

- ¿ Cómo?...¿ jesuíta ha dicho?....

Podéis imaginar como terminó la entrevista...

Este Cavero me dio clase en sexto de bachiller. Impartía Historia del Arte. Disfrutaba usando un puntero de madera para señalar  obras de arte, normalmente  mostraba  cuadros e imagenes de desnudos que aliñaba con explicaciones muy subidas de tono..." miren qué teticas tenía  la Venus Caliopígica"...

Cuando se enfadaba era tremendo " maleantes,  cafres, gente hirsuta !, ¡¡¡ mecaguén su madre cuando era cría!!!". Entonces no respiraba nadie.

Un día me sacó al encerado - él le llamaba así a la pizarra-  y me dice " a ver , Mendive,  identifique  estas diapositiva.

Mientras voy hablando de las fliminas que van discurriendo  en la pantalla,  Cavero pasaba  el  puntero por mi culete, acariciándolo y dando unos golpecitos de vez en cuando en las nalgas. Como muy cariñoso. Imposible seguir hablando. Así que paro, lo miro y me quedo callado.
Él sigue acariciando con la puntita del puntero. Nos miramos en silencio. La clase, expectante, se ríe

- Siga , Mendive, siga.

- ¡ Ay, maricón, maricón! - le digo divertido

Oír eso , levantarse, y ponerse como Moisés al ver al pueblo elegido adorando al Becerro de oro fue lo mismo. Me vareó de lo lindo. Gritaba, " ¡ cómo que maricón!...¡¡¡maricón su padree cuando era críoooooo!!!...¡¡¡no corra, Mendive, no corra!!!...

No penséis que estaba enfadado...¡qué va!, estaba como una cabra.

Yo creo, lo descubrí después, que eso lo hace un celibato mal llevado. Que  le vuelve raro al casto sin convicción, raro al raro. 

Yo sé lo que me digo.






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Hay nueva entrada en la Recomposición de la Crisma....AQUÍ.

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Muchos han pedido un recopilatorio del Barullo. 

He hecho una selección de 46  entradas guardadas en word.  


Si alguien quiere que se la envíe por correo , me escriba a  suso@penwin.org 


2 comentarios:

  1. Mendive, confirmo tus comentarios sobre el hermano Urdaniz, como interno de esa época te puedo decir que nos castigaba a los lavabos cuando todos los demás estaban dormidos y esos tocamientos no faltaban. El padre Pérez a pesar de ser pequeñito se escondía para castigarte de 4 a 6 los domingos lista que llenaba la clase. del padre Cavero no me dio clase, un abrazo

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