Sobre el adoquinado de Twiter corre el lagarto de la aventura personal, o el sapo de la delación, el ave tiñosa de la calumnia, la víbora de la envidia , la tortuga estúpida del fanatismo, la mierda de las ideologías.
Todo muy confuso, también apasionante y anestesiante. Cuando se levanta la veda del prójimo todo el mundo pierde el norte y se desorienta, unos más que otros pero no más el cazado que el cazador, y la montería comienza con el olvido y el desprecio de las normas.
No se respeta ni el dolor ni el valor. Se dispara a todo lo que se mueve, se rinde culto al odio, a veces recién estrenado, se establece un atroz pugilato de crueles bajezas y se adormecen las conciencias con solemnes demagogias.
Noto en la gente, me refiero a la que conozco y hablo en Cruz Roja cada lunes, miedo. Mucho miedo.
El miedo crece dentro de las cabezas sin que nadie le empuje, y se nutre de miedo, se receba de miedo, se anega en miedo. El primer síntoma de la derrota es sentirse desbordado por el miedo, atenazado por el miedo y cocido en su propia y amarga salsa.
¿Miedo a qué?, al miedo, o sea, a la incertidumbre.
Noto en la gente, me refiero a la que conozco y hablo en Cruz Roja cada lunes, miedo. Mucho miedo.
El miedo crece dentro de las cabezas sin que nadie le empuje, y se nutre de miedo, se receba de miedo, se anega en miedo. El primer síntoma de la derrota es sentirse desbordado por el miedo, atenazado por el miedo y cocido en su propia y amarga salsa.
¿Miedo a qué?, al miedo, o sea, a la incertidumbre.
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AYER SE ACTUALIZÓ AQUÍ
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