Todo padre tiene un impulso natural que desea transmitir a sus hijos: intentar que entiendan que la música que a él le gusta es la verdadera música.
De mujeres sé poco. Y creo que no hay nada que entender de ellas. Hay que aceptar que son así, un misterio.
Con algunas conseguí el ideal de relación. Con otras, nada.
Cuando Propercio publicó sus poemas de amor destructivo con Cynthia, el éxito de lectores fue tan desbordante y el poeta se volvió tan famoso que Hostia, que así se llamaba realmente Cynthia, decidió regresar con él.
Sin embargo, Elena Osorio abandonó a Lope de Vega justo por eso mismo, como cuenta el "monstruo de la naturaleza" en La Dorotea:
Díjome un día con resolución que se acababa nuestra amistad, porque su madre y deudos la afrentaban, y que los dos éramos ya fábula de la Corte, teniendo yo no poca culpa que con mis versos publicaba lo que sin ellos no fuera tanto".
He estado en prostíbulos de todo el mundo y, en todos ellos, la mujer siempre cierra la puerta, ya sea en Corea o en la India. Pero esa mujer abrió la puerta de par en par y dejó entrar al público y a la prensa… No siento ninguna maldad hacia ella, pero creo que lo que hizo fue atroz".
Así me sucedió con otras. Unas sí, otras no. Y viceversa. Tengo un algo, mucho, de exhibicionista, y no todo el mundo lo entendió.
Todos desean por naturaleza saber, pero algunos lo desean más que otros. Uno , con sesenta y cuatro años y con un cuerpo que es una pavesa consumida por el afán de conocer el aire, el fuego, el agua y la tierra, aún no sabe nada de las mujeres. Nada. A veces pienso que pertenezco a los escombros de un generación donde nos estrellamos todos los buscadores de paraísos artificiales. La mujer era uno de ellos.
A mi me educaron con unas carencias muy potentes respecto a las mujeres y su mundo.
Soy un un chalao que es consciente de serlo.
En la acera comercial más mollar de sant Cugat , la que va desde el Monasterio hasta la Estación , entre tiendas de moda pija , restaurantes caros, perfumerías de diseño hay una redada de policías. Dos coches han parado a cachear un pordiosero postrado sobre una manta guarrísima que no serviría siquiera para cubrir el cadáver de un perro atropellado en la autopista.
Mientras España se derrumba , y parece que todo esto se va a ir al carajo, por salvarse el culo unas cuantas familias políticas, y subirse al chiringuito otras nuevas, veo un pescador sentado en una silla , mirando la boya que flota en las aguas tornasoladas.
Sigue dejando sus caquitas diarias en los comentarios que, por supuesto, no publico, el pequeño y obsesivo odiador que desde hace años insiste en insultarme con cosas como "¡cobarde, gallina, capitán de las sardinas!"
En fin, si eso le descansa...imagino a este pobre hombre en la pubertad y sus problemas de castidad obsesiva haciéndose pajillas hasta el desenfreno cipotil. Quizás no lo ha superado y soy su sueño húmedo.
Le he cogido cariño al tío.
Este pobre hombre que se ve obligado a dar la vuelta al particular reloj de arena de sus obsesiones cuando está vacío.
Suso , querid@s lectores, no es malo, aunque no me faltarían motivos para serlo. Tampoco soy corto, y esto es lo primero que debería empezar a cambiar: en esta vida, alguien recomendaba que hay que ser un poco tonto porque si no lo son solo los demás y no nos dejan nada. Lo de este tío ya es chapotear en la imbecilidad lela y acapararlo todo.
Misterio del ser humano es el lugar donde has nacido.
Parece que es uno , pero resulta que son muchos y de diferentes influencias e identidades.
Uno, por ejemplo, nació en la Clínica San Antonio, cerca del barrio de Lasierra Purroy, en Torrero, en Zaragoza. Y en Aragón. Y en España. Y en Europa. Y en el planeta Tierra.
Pero , además, soy de Barcelona, donde pasé diecisiete años. Y de Lérida. Y de Tarragona. Y de Valladolid, Y de Matilla de Arzón. Y de Tamahú, en Guatemala. Y ahora soy de Cuntis. Galicia.
Con los distintos lugares donde has nacido hay que tener mucho cuidado, porque algunos son sanos, no tienen especial conciencia de sí mismos y te permiten vivir en todas las direcciones, en libertad y respetando tu forma de pensar.
Oros son tóxicos. Exigen que te comportes con ellos como el muñeco del ventrílocuo y hasta pueden pedirte que les entregues tu vida.
Para distinguir tus lugares sanos de los tóxicos yo tengo un sistema que no falla: la bandera. Tus lugares tóxicos, aquellos donde existe una presión asfixiante , no para que vivas, sino para que pertenezcas y estés orgulloso de esa manera de hablar, de su bandera, y de sus signos.
Se caracterizan por sus grandes y numerosas banderas, siempre colocadas en un lugar muy visible, con el fin de apelar a tu monstruo irracional.
También son unos pesados. Muy plastas. Recuerdo al director de un colegio mayor de Barcelona , que es es que el tío era gilipollas, que nos hacía catalanizar las letras de las canciones de tuna para epatar al Horinapla Pujol cuando íbamos a cantarle..."¡¡¡ mosite donam un clavell, donam un clavell de la teva boqueeee!!!"
En los lugares sanos sucede justo lo contrario: ¿conoces la bandera de tu barrio o tu pueblo? ¿Has visto que la gente la coloque en sus balcones? ¿Has visto a alguien llorar por la bandera de las Naciones Unidas?
Los lugares sanos no necesitan presumir, no necesitan prevalecer, no necesitan uniformar: son lugares que no necesitan bandera.
Una serie en Netflix que recomiendo. ¡Maravillosa!
Shtisel comienza con un sueño: un joven rabino llamado Akiva descubre a su madre muerta cortando un budín con cuchillo y tenedor. Desde la primera escena Shtisel nos conquista por el estómago.
Shtisel, aquí la comida funciona como una máquina del tiempo que permite viajar al pasado y reencontrarse con personas que ya no están. Cada bocado puede trasladar a los personajes a un recuerdo, invitándonos a viajar a los propios; la comida en Shtisel es una forma de encontrarse, con los vivos, con los muertos, con la historia de cuatro generaciones de una familia ultraortodoxa de Jerusalén en la era de la televisión por cable, las redes sociales y los teléfonos celulares. Mostrándonos el día a día de sus costumbres y tradiciones religiosas con naturalidad: casamientos arreglados por un casamentero, matrimonios que duermen en camas separadas, besar la mezuzah (rezo escrito en un rollo que se coloca en el marco de la puerta y marca la separación entre el espacio público y privado) antes de entrar a una casa; lejos de convertir a una cultura distinta a la propia en una postal turística.
El nombre de la serie es el apellido de la familia que retrata: los Shtisel, donde Shulem es el patriarca que guía el destino de los más jóvenes y de los mayores, Shulem se frustra cuando sus parientes no responden ante el deber religioso, pero lo interesante de la serie es que los guionistas deshojan las mil capas de este personaje tan complejo. Detrás del enojo hay un hombre que trata de entender al otro en silencio. Shtisel nos sorprende constantemente con escenas donde los personajes rompen la rigidez que les impone la vida religiosa.
Uno se se pregunta por qué la vida de una familia judía ultraortodoxa le interesa a un espectador que vive en Cuntis, como yo. La respuesta es simple: porque Shtisel consigue hablar de personas que se enfrentan al dolor de un duelo, al sufrimiento por un amor imposible, al temor del qué dirán, a la angustia de una crisis matrimonial, al pánico de quedarse solos. Sentimientos que, en definitiva, nos atraviesan a todos los seres humanos; vivan donde vivan y sin importar qué religión practiquen. Por eso Shtisel se volvió tan popular, porque nos zambulle en temas universales.
Y no sólo es la comida. En Shtisel se canta mucho. También es arte. Y miedo. Es una fe que tiene miedo.
De lo mejor que he visto en mucho tiempo. Lejos de americanadas.
Muy buen reparto. Inolvidables todos ellos.
Los grandes detalles se encuentran como casi siempre en las pequeñas cosas.
Una serie con subtítulos, disfrutas oírlos en hebreo, me he llevado una sorpresa con cosas que creía que en el mundo ultraortodoxo no se permitía.
Por algún momento me habría hasta gustado estar viviendo en esa casa, estar en ese balcón , o hasta citarme en el Hotel.
Es una serie para no perder ninguno de los diálogos. Con un mensaje final que resume todo. Una frase de Bashevi:
"Los muertos no van a ningún sitio, están todos aquí. Cada persona es un cementerio, un verdadero cementerio, en el que yacen todos nuestros abuelos y abuelas, y el padre, y la madre, la esposa y los hijos. Todos están siempre aquí".
Estáis avisados.
Hay un viejo chiste que habla de un un circo que su director estaba necesitando artistas para completar su función. Entonces, llega un hombre a pedir trabajo en el circo, y le pregunta :
- ¿Usted que sabe hacer?
El hombre contesta:
- Imito a los pájaros.
- La verdad es que no me sirve, ¡ mucha gente imita a los pájaros, y no es nada original!
Entonces el hombre se fue a la ventana del despacho del director, la abrió, y salió volando.
Es cierto que hay muchísimas personas que no somos originales. No tiene ningún mérito que hacemos. Pero algunas "vuelan". Lo que hacen es maravilloso. Están a nuestro lado. Sin ellas nada sería igual.
Cuando vine a Galicia me llamó la atención ver en las carreteras, y en algunas calles de algunas ciudades , unos enormes murales que representaban mujeres de aquí. Señoras del rural, con sus katiuskas, su pañuelo, y su delantal. Muchas estaban dibujadas volando.Era un homenaje a la mujer gallega.
Me acordé del chiste. ¡ Es cierto!, ¡vuelan!
Después, con años de vida aquí, uno se da cuenta que sin estas mujeres, duras, alegres, sensibles, currantas, que han parido y han dado la vida sin darse un pijo de importancia, esto sería otra cosa.
Vuelan, y no nos damos cuenta.
Aunque yo creo que no hay madre que no vuele. En Galicia, y en el mundo.
El que ha escalado los ocho miles de Thomas Mann sabe mucho del mundo, y de nuestra naturaleza.
Pero estos escritos secretos tienen la virtud de descubrirnos el derribo interior que se ocultaba detrás de una fachada impecable, sin una sola grieta. Estamos en la parte de atrás de un gran restaurante, donde se echan las basuras en el callejón del alma de este pobre hombre.
Si ahora me cruzase conmigo cuando era un crío, le diría :
A esta altura de la vida uno sólo aspira a ser decente y a estar delgado, a mirar a las personas que se cruzan en tu vida , a sorprenderse de que salga el sol cada día.
Observo un niño mientras tomo la copa de antes de llegar a casa. Está el chavalín totalmente rendido, resoplando dormido en brazos de su madre. Ella está de tertulia con varias amigas, raca, raca.
De niño me atormentaba ver en las películas que los buenos morían en pecado mortal . Era una de las preguntas que me hacía. Recuerdo una donde Telly Savalas moría imaginando mujeres desnudas.
De todas formas, detrás de ese hombre siempre hay una mujer.
Mi vida: un niño con una tara muy importante de cuna. Le das la vuelta al dobladillo y sale la falta de una costura mal hecha. Un hilo que cuelga escondido en un remiendo que salió mal. Una madeja hecha un lío. Un cable suelto.
Josep Pla oyó de boca de un payés en un bar del Ampurdán: lo malo que tiene el ser pobre es que te pasas toda la vida escuchando.
Así ha sido siempre. los pobres iban a la plaza a escuchar en el ágora griega, o en mercadillo medieval, o al feriante , o al cura en el púlpito de las iglesias. Hasta hace bien poco muy poca gente sabía leer y no quedaba otras que escuchar al que sí sabía.
Oigo una tertulia en una terraza y la gente opina sobre los asuntos más variados siendo espejo y eco de lo que acaban de leer en el móvil. No hay tiempo a pensar ni a digerir. No hay estómago para tanta información. Se nos ha inoculado la misma información.
Opinamos sobre los mismos espectáculos y mismos deseos de consumir los mismos productos. Tu eres ya un ser automático de pulsiones libres. O ese crees.
Rompe las cadenas. Apaga la televisión, no leas los periódicos. Sumérgete en el caos vital de la calle y cuando llegas a la otra orilla , al salir, verás un rebaño de miles de ovejas que beben de las mismas aguas . Deja que hierva en directo en la Televisión la olla podrida de la humanidad: el último desnudo de la actriz de turno, el doping de miles de deportistas rusos, la última patera infestada de famélicos que sueñan con el Dorado,
Todo servido como el caldo en la cola de los pobres servido por el mismo empresario.
Hay una cosa más: los pobres han venido a este mundo a mirar. Ya no escucha nadie.
Sólo serás rico cuando no mires ni escuches.
Hace tiempo leí un libro que os recomiendo . Fue como cuando descubres que si alguna vez te metes en un lío, ponerte un lápiz estrujado en la nariz cuela como bigote, y puedes pasar desapercibido...
Después de un buen rato observando , Barley repregunta.
- Yo no veo a nadie con púas de puercoespín en el pelo.
- No. Es que no las lleva
Hace unos años para mi tener un buen día era que las cosas siguieran como estaban, que el trabajo fuese razonablemente bien, que no me llegara una multa de tráfico, que no viera a nadie acercarse a mi puerta a darme la brasa, o no cruzarme en la calle con un policía municipal con cara de chulo y ganas de tocarme los cojones.
Toda mi manera de pensar se reducía a que la crueldad y el egoísmo de tantas historias que conozco, la imbecilidad humana , y los zarpazos de la naturaleza, a veces en forma "Providencial", que esa mierda no me ciegue hasta el punto de ignorar que éste es el momento idóneo para leer un buen libro, escribir algo que valga la pena, conocer a un alguien con quien compartir un tiempo de pasear...
Un buen día para mi era algo muy egoísta.
Me gusta andar hacia ninguna parte.