martes, 10 de mayo de 2022

CAMALEÓNICO.

Cuando uno fuma  desde que tenía ocho años  la vida le lleva por caminos de mentira, doblez, y  simulación. Para  fumar tenía que robar. Por una peseta te vendían en los ciegos tres  cigarrillos Celtas  sin filtro  sueltos. No era nada fácil conseguir esa peseta. Sisabas del pantalón de tu padre cuando echaba la siesta. O en el cambio de alguna compra.


Lo que quiero decir es que  pronto aprendí  por qué el ser humano es una de las especies más adaptables del planeta. Me volví un ser camaleónico. Sobre la marcha debía inventar una excusa  que  justificara  ese aliento a fumador, o qué hacían esas  pesetillas en mi bolsillo. Después uno crece, y  con uno , las debilidades propias de mi sexo. Por ejemplo, nos dio por coleccionar posavasos de puticlubs .

Explicar eso, cuando  fui pillado por mi madre, no fue nada fácil. Tuve que echarle la culpa a un amigo inexistente.

Para mucha  gente, con razón, ser camaleónico   es sinónimo de mentiroso, falso, inmoral. ¿Qué hacer cuando la debilidad se aferra a ti como la hiedra?

Woody Allen  retrata  al camaleón en su película Zelig. Su protagonista es un judío que ha logrado fama internacional gracias a su habilidad para adoptar la personalidad de cualquier individuo.

La psicoanalista interpretada por  Mia Farrow, analiza el estado mental de Zelig y descubre que padece inseguridad extrema, lo cual le empuja a camuflarse entre los demás y mimetizar sus creencias e incluso su apariencia. Cuando se halla con judíos, le crece la barba y los tirabuzones. Si se encuentra con un afroamericano, su voz y su piel cambian de inmediato. En esta fijación por gustar e integrarse, Zelig se ha perdido a sí mismo.

Algo de Zelig  soy. Me avergonzaba ser así.

Con el tiempo uno descubre que  Zelig  es un modelo a imitar. En  muchos máster se pone como ejemplo  de flexibilidad  y empatía al directivo camaleónico. El que  es  capaz de trasladarse, de forma sincera y efectiva, al universo mental del otro es visto como un virtuoso de las relaciones  humanas. ¡Tiene cojones!

A un tío, o tía, que tiene  una conciencia  que le permite  adaptarse mejor a las presiones del medio. Que posee unos reflejos  rápidos  , una mente abierta . Un Messi que regatea y ve   hueco donde no lo hay. Sortea patadas, las reparte, hace una paradiña, cabriolea sobre sí mismo, y da un taconazo ..

Ya no eres  un Zelig. ¡Eres la leche!.

He de reconocer que , efectivamente, puede ser una virtud, pero se ven muchos comerciales  y directivos postizos , demasiado atentos  a esa gilipollez que llaman " el feed­back de los  clientes". Pasas vergüenza ajena. 

- Y el color azul que le sienta tan bien a este coche..

- No me gusta nada el color azul .

- Eso decía, que el color azul en este tipo de coche  no le sienta bien.

- Bueno, si es azul claro, sí.

- A eso me refería, si es  azul claro.

- Claro.

- Claro.

Me detesto cuando en alguna ocasión- ¡demasiadas!-  he sido un  asqueroso y repugnante camaleón.

En una entrevista concedida a Inc Magazine, Steve Jobs explicaba así su estrategia que, por cierto, no tiene  nada que ver con la del camaleón: : “No puedes preguntarle a los consumidores qué quieren y luego pretender dárselo. En el tiempo que has estado fabricándolo, ellos querrán una cosa nueva”.

Este lema es válido para todos los frentes de la vida. Hay que saber adaptarse, pero preservando aquello que nos hace únicos y aporta valor a los demás. Ser tú , sumar y entregar a los demás  lo que te hace distinto.




No hay comentarios:

Publicar un comentario