Hay gente que se trabaja la pena, constructores de lástima ajena, que basan toda su arquitectura emocional , familiar, profesional, social, en el lloriqueo.
Y si no tienen drama , se lo inventan. Del mismo modo que echas un trozo de pan el parque y la palomas se pelean por ese trozo de pan , para esta gente su pan es decirles " cómo estás". Con estos notas pasa como cuando estás en la puerta de un after: la abres y no sabes que te vas a encontrar allí.
Conocí uno que al llegar su mujer de una consulta con el médico, después de muchas visitas para definir el diagnóstico definitivo , le dijo " es cáncer. Está muy avanzado y no merece la pena hacer ningún tratamiento". El hombre no daba crédito a lo que escuchaba. Rompió a llorar. Ella , conmovida, le abrazó.
- No te preocupes, amor.
- Es que...es que... - gimió- ¡todo lo malo me pasa a mi!
Ella murió meses después, sin embargo, comprendía a ese hombre que le había hecho madre de siete hijos.
El lastimero no va de cara, va de rollo espiritual y de dar mucho pol culo.
Esa gente sólo está cómoda en la lástima. Parecen la cola del ambulatorio donde la peña se queja de lo que te duele.
Al amor hay que llegar llorado de casa, hay que llegar excesivo, alegre, festivo.
No deja de ser otra muestra de patético ombliguismo. Como el idiota que dice a la chica: "y ahora, hablemos de ti: ¿qué opinas de mí?"
ResponderEliminarGenial!
ResponderEliminarNo conocía la frase... muy buena.