El tiempo es irreversible, como la flecha que sale disparada de un arco.
Sólo en los vídeos se puede dar marcha atrás mediante la tecla 'replay' para que esa flecha vuelva al carcaj del arquero o para reconstruir un vaso que se ha hecho añicos en el suelo.
Luego están los físicos y todas esas historias de los agujeros gusanos y viajes en el tiempo.
Es atractivo imaginar que viajas al año 1930 y mata a uno de sus abuelos. Ello impediría que su madre hubiera nacido en 1940 y, por tanto, que usted viera la luz 30 años después.
Desde el pasado, teóricamente se podría cambiar el presente, como ya hemos visto en algunas películas. Pero eso no puede suceder porque los hechos son irreversibles en el entorno en el que vivimos.
No podemos alterar que ayer te echaran del trabajo, o tu hija quedó embarazada de Honorio .
No entiendo nada de ese mundo, pero me fascina.
Por ejemplo, el 'Big Bang', por la cual el universo nace de una leve oscilación cuántica de la nada que produce una gigantesca explosión por la que se forman las galaxias y las estrellas hace 13.800 millones de años. Y todo ello en un brevísimo intervalo de tiempo.
Las magnitudes macrogalácticas producen un vértigo que abruma y hacen pensar que nada tiene la menor relevancia en esa historia universal de la que no soy ni una cagadita mosca.
Ningún físico solvente cuestiona hoy el 'Big Bang', del que dicen que hasta el ruido de fondo que se puede escuchar en el espacio sería el eco de ese gran estallido. O esas dimensiones en la materia que no pueden captar nuestros sentidos o que hay agujeros negros que concentran millones de sistemas solares en una partícula inferior al grosor del papel.
El más cercano está a 28.000 años luz de la Tierra, en el centro de la Vía Lactea.
Por las noches miro las estrellas e intento comprender los muchos enigmas que encierra el universo, que, según los científicos, no es infinito. ¿Qué hay detrás de la última galaxia? ¿La nada?
No hallo ningún sentido ni ningún consuelo en estas reflexiones que me hacen sentir más pequeño que un gusano .
Desde casa , un ático, veo la noche estrellada y me produce una intensa desorientación, es agobiante, frío.
Pero mis sentimientos no sirven para nada.
Voy a la capilla de la parroquia debajo de casa y estoy a solas delante del Sagrario. Quiero pensar, y creer, que allí está Dios, el autor de toda esto. Y por un momento me parece que estoy en casa.
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