martes, 17 de mayo de 2022

RECUERDOS DEL ALMARIO.

Aquí en Galicia hay toda unas leyendas y cuentos que  hablan de un tiempo en que el mundo, cada árbol, cada piedra, tenía una presencia tan singular como indescifrable. De un mundo habitado, sí, pero también abierto y ajeno.


Piensan que toda la naturaleza está llena de gente invisible. Algunos de ellos son feos y grotescos; otros, malintencionados o traviesos, muchos tan hermosos como nadie haya jamás soñado, y los hermosos no andan lejos de nosotros cuando caminamos por lugares espléndidos y en calma.


Los duendes son seres sobrenaturales, sin alma y de estatura menuda, variable entre los 30 centímetros y el metro de altura. Poseen un carácter extremadamente burlón, y tienen habilidades como mimetizarse, imitar los sonidos de los animales y hacerse sentir, tocando a un ser humano con sus manos, produciéndole un escalofrío. 


Se cree que su origen se remonta a Eva, la primera mujer creada por Dios. Eva se encontraba un día bañando a sus hijos en el río cuando Dios le habló. En su miedo, escondió a los niños que aún no había bañado. Dios le preguntó si todos sus hijos se hallaban presentes, y Eva contestó que sí. Al ver que Eva mentía, Dios le dijo que, en castigo, esos niños permanecerían escondidos eternamente para el resto de los hombres del mundo.


Los bosques en Galicia son así. Y es normal que por la noche se pase miedo entre las sombras. Aquí todo habla, el viento, los árboles, los ríos...


Yo tengo miedo a los que no tienen miedo. Los más valientes son los que nada tienen. Los que nada tienen son capaces de cualquier cosa. Hubo una época que me sentí así. No me daba miedo nada. 


Pero hoy amontono recuerdos en mi almario,  un corazón garabateado de cicatrices, un amor, y me  pienso mucho cada paso. Y tiemblo en la noche y rezo. Y, a veces, ese temblor se extiende hasta bien entrada la mañana.


Dicen que el miedo hace que no sucedan cosas imposibles, yo creo que lo extraordinario es poder sonreír pese a esa congoja. En el recuerdo , esa negra estancia, pasado, presente y futuro conviven unos con otros  irreconocibles. 


Uno nunca sabe si reza por lo que vive, por lo que vivió o por lo que vivirá. Y está bien así.






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