EL ANIMAL MORIBUNDO
Me haces una consulta en un correo privado, y te contesto:
“En cuanto se entrega uno a
una pasión, noble o sórdida poco importa, se está seguro de ir de
tormento en tormento. Inclusive la capacidad de experimentarlos prueba
que se está predestinado a sufrir. Sólo se ama porque,
inconscientemente, se ha renunciado a la dicha.” -E.M.Cioran-
Amar es sufrir: no hay amante más ducho que aquel que ha sufrido mucho.
Pero cuanto más se ha sufrido, menos se reivindica. Protestar es una prueba de que no se ha atravesado ningún infierno. Detrás de muchas mujeres maltratadas que no reivindican nada, hay muchos infiernos.
De Tamahu, me dicen , encontraré un pueblo rendido, cansado, desconfiado, de un fatalismo esculpido por siglos de injusticias.
Leo " El animal Moribundo" , de Philip Roth.
Roth vuelve a sus obsesiones de siempre:
Kepesh es un viejo culto y solitario, cínico, descreído, con prestigio académico, también como crítico televisivo y
radiofónico.
El hombre sigue despertando un insospechado interés entre las alumnas jóvenes, que lo ven como una especie de hombre de mundo interesante, un cultureta , un cachondo Pigmalión con el que experimentar sensaciones y olores nuevos a pesar de su vejera.
Kepesh las lleva al huerto , y de qué manera: su carne de pellejos, mancillada, ultrajada
por el tiempo, se desquita y consuela junto a cuerpos jóvenes. La
redención a través del deseo, y la consecución del pírrico triunfo
mediante el orgasmo, a veces patético.Eso qué importa.
Pero un día el vejestorio se enamora hasta las trancas de Catalina Castillo, una joven cubana de pechos perfectos, redondos e ingrávidos, Y es ella la que le pondrá las peras al cuarto
al viejo sátiro, sumergiéndole en una irrefrenable y dolorosa pasión
donde el quiqui's voluntarioso y amateur de ella, y el atrevido y audaz de
él, apenas compensará la mortificante lepra de los celos, la quemazón
de la incertidumbre, la inseguridad angustiosa de no ser el único
elegido.
¡Ay!, y aquí el añoso se viene abajo, y se mete en el infierno por primera vez en su vida: ante el temor de perderla, para
demostrar su abnegación más absoluta, se verá impelido como un animal
moribundo, a arrodillarse una noche ante ella , que está con la regla, y
saciar su sed en la sórdida comunión de beber la sangre menstrual
manando muslos abajo.
El encuentro no es pornográfico- parece más una vampirización: será la demostración sublime
de hasta dónde llega la magnitud del amor,
y la indefensión del amante frente al ser amado.
Pero si ese acto de sumisión es
insuficiente, ¿qué más estaría dispuesto a hacer? La respuesta se la ofrece un amigo poeta:
Yo
diría, Dave, que eso constituye el abandono de una posición crítica.
Adórame, te dice, adora el misterio de la diosa sangrante, y lo haces.
No te detienes ante nada. Lames su sangre, la consumes, la digieres. Es
ella quien te penetra.
¿Qué vendría luego, Dave? ¿Un vaso de su
orina?¿Cuánto tiempo pasaría hasta antes de que le pidieras sus heces?
No estoy en contra de ello porque sea antihigiénico. No estoy en contra
de ello porque sea repugnante. Estoy en contra de ello porque eso
significa enamorarte. La única obsesión que todo el mundo desea: “amor”.
¿La gente cree que al enamorarse se completa? Yo no lo creo así. Creo
que estás completo antes de empezar. Y el amor te fractura".
Si quieres sufrir, enamórate. Aunque le cojas cariño a un perro. Sufrirás.
Pero hay más. Hagas lo que hagas, no podrás hacer nada por no enamorarte, porque si es amor no dependerá de ti.
Entonces, entenderás esta entrada.
Tuyo...un abrazo, amigo.
Adorarás a la chica de tus sueños, construyéndole un Palacio de jaspe a la orilla de un río caudaloso.
ResponderEliminarLevantarás un Imperio y atravesarás las cordillera más elevadas.
Pero..., sólo serás libre cuando ames sin sogas ni ataduras.
Y entonces sí.
Serás capaz de nadar a través de los Océanos.
Y tu alma se asemejará al viaje de un delfín.
Juguetona e imprevisible.
„Donde hay amor hay dolor“, es la moraleja de „Aprendiz de gigoló“, la última película de Woody Allen como actor. Pero, con todo, esa película es muy floja en comparación con lo que se dice en la entrada de hoy.
ResponderEliminarHay un sufrimiento que provoca la ruptura, y también hay un sufrimiento que provoca el miedo a la ruptura. En el primer caso vence el vacío, que acabará actuando de anestesiante. Y en el segundo caso vence el miedo, que acabará actuando de método preventivo –como si el miedo fuera una especie de preservativo espiritual–. Pero hay un tercer sufrimiento como sentimiento con el que se perciben –como si el sufrimiento fuera una especie de sensación análoga al tacto– unos lazos amorosos que, aun tensados hasta lo inconcebible, se niegan a vencerse, y sin el cual esos lazos, que en este tercer caso son los que vencen, no se sentirían.
Me ha gustado mucho la descripción de la escena del „enamorado“ ingiriendo las heces de la amada. En la novela de Roth, tal como queda narrada en la entrada, parece que esa „comunión“ representa para el viejo la humillante postración del „animal moribundo“. Pero en otras circunstancias, la ingestión de sangre y heces se puede tomar como una especie de expresión ritual de un infinito deseo de fusión, que es precisamente en lo que consiste la eucaristía. Las heces, que por definición son los desechos pero que por definición son también lo más íntimo y privado, lo más recóndito y „excusado“ de publicidad, se ennoblecen por haber formado parte una vez de la persona amada: lo que una vez fue parte de ella, lo será para siempre. Entonces esa ingestión pasa de ser un acto de postración a ser un acto de sublimación. Espero que quien alguna vez se haya enamorado de verdad me entienda.