domingo, 7 de diciembre de 2014

MAESTROS.

Todas nuestras aficiones tienen un maestro en su raíz.

Los míos no los olvido, y les estoy muy agradecido. Mucho. 

Mi padre me enseñó a andar los montes, y contemplar andando, y estremecerme ante la belleza de las cosas pequeñas. A él le debo mi anarquía , y el afán de libertad.

Mi madre me dio el don de la risa, del descaro, el hacer el payaso sin cortarme un pelo.

El "watusi" - un profesor de literatura que tuve a los quince años-  sembró la pasión por los libros. Gracias a él leo hasta la alucinación, y  empalabro al escribir, porque soy de los que creo que no "todo está escrito" : falta este Barullo.

X me instruyó en el sexo sin amor, pero con ganas, a su manera bien hecho. Nada de lo que hoy pueda avergonzarnos.

Canto porque mis padres cantaban, y a todas horas.

Rezo gracias a ellos también. y  a algún jesuíta que quiso que fuese como él.

Manuela cogió  mi mano y me alfabetizó en el amor...la a con la m, am...la m con lo o, mo...la o con la r: ¡AMOR!

Mientras escribo, me vienen a la memoria muchas y muchos maestros...

¡¡¡Joder!!!: ¡¡¡son  cientos!!!

No os olvido.


14 comentarios:

  1. Estoy a punto de entrar al examen.
    Y no estoy nada nerviosa.

    Tal vez supere la prueba o tal vez no.
    Pero si algo tengo claro es que me voy a divertir intentándolo.

    ...

    Cuando era pequeña vivía en una granja, con mis padres.
    Era azul y estaba situada junto a un lago.

    Trabajabamos en los campos y en verano se admitían huéspedes.

    ...

    El verano que yo cumplí ocho años vino un señor que estaba enfermo y necesitaba el aire de la montaña.
    Era el embajador de nosequé y estuvo seis semanas en nuestra casa.

    Le gustaba mi compañía y a mí la suya.
    Así que empezamos juntos a hacer grandes cosas.

    ...

    El primer verano que vino, me enseñó las vocales y los números.
    Y a usar la plumilla.

    El segundo verano me enseñó las consonantes, y a sumar y restar.
    Y trajo un montón de cuadernos y tinta de un pais que se llama China.

    El siguiente empecé a leer.
    Al principio muy despacio.
    Y luego las frases.

    Al otro me trajo libros sobre viajes e historia.
    Me gustaban más los viajes que la historia.

    Luego me enseñó la naturaleza de los números, que es una cosa muy interesante si tienes la suerte de que te lo explique bien el señor embajador.
    Y se le daba de rechupete.

    Un año tuvo que quedarse todo el otoño y se empeñó en enseñarme todo lo que sabía de geometría.
    Me la enseñó dando paseos por el bosque, pues decía que allí estaba el origen de los puntos, las líneas y las curvas.

    Un día cortó el tronco de un arbol con una sierra y me enseñó una cosa que son las elipses, las parábolas y las hipérbolas.
    Parece muy complicado, pero el señor embajador lo hacia todo muy fácil, pues yo veía las curvas en los cortes de las líneas de la madera.

    Nunca he ido al colegio, pues está muy lejos de las montañas donde vivo.
    Así que todo lo que sé me lo enseñó el embajador y los libros que me traía.

    ...

    Un verano el embajador ya no vino y mi padre me sentó en sus rodillas.
    Me contó que el señor embajador había enfermado y se había ido para siempre.
    Luego bajó de un carro un enorme baúl que me había mandado mi amigo.
    Lo abrí y estaba lleno de libros.
    Y una carta en la que mi amigo se despedía.

    El señor embajador era muy detallista con estas cosas.

    ...

    Me leí los libros e hice un montón de ejercicios de caligrafía, de matemáticas y de lectura. Además de mis tareas en la granja.

    ...

    Luego me hice mayor.
    Y mi padre me preguntó que qué quería hacer con mi vida.

    Como me había aficionado a los libros, le contesté que quería estudiar en la ciudad.

    Así que esta mañana me ha traído a un edificio muy viejo de piedra, donde trabaja la mujer del embajador.

    Me ha sentado en una silla delante de un pupitre, con un montón de chicos que también querían estudiar.

    Y me han puesto una especie de prueba.

    ...

    Tenía que escribir todo lo que sabía sobre unas curvas que se llaman cónicas.

    Así que lo primero que hice fue pintar un árbol, que era muy ancho por abajo y muy picudo por arriba.
    Luego pinté un leñador con una enorme sierra para madera.

    Y después me puse a cortar el árbol de cuantas formas posibles me había enseñado el señor embajador.

    Y me quedó un ejercicio muy bonito y muy claro.

    ...

    Algunas veces, cuando paseo por el bosque, me acuerdo de aquel señor que venía a pasar temporadas en nuestra casa.

    Y entonces organizo paseos por el bosque con mis alumnos.
    Les explico que todas las líneas y las curvas del mundo están en la naturaleza.

    Y los chicos aprenden de verdad.

    Como si el conocimiento fuera en realidad el juego de un señor embajador y una niña.

    Que pasean por el bosque, mientras escriben.

    Su caligrafía vital.

    ...

    Atentamente.

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  2. "Un año tuvo que quedarse todo el otoño y se empeñó en enseñarme todo lo que sabía de geometría..."
    Así que le enseñó a la niña "geometría,eh?
    Ese embajador era un pederasta de campeonato.
    Y el cuento un coñazo,señor Driver.
    Sea breve,se lo suplico.
    Atentamente Luis P. Redondo

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  3. La niña en cuestión la veo "rarita".

    No me parece ni medio normal que después de años con el embajador. muy acertado el comentario sobre la sospecha de pederasta del tío, y años después de tan estrecha relación , escriba la niña:
    "Un verano el embajador ya no vino y mi padre me sentó en sus rodillas..."
    ¡Coño!, ¿cuántos años tenía la niña para que su padre "le sentara en sus rodillas". ¿trece, catorce, quince años?.
    Pues , no sé: ¿qué padre sienta a su hija de quince años en sus rodillas?
    Muy raro todo.
    Pero riaro, riaro, riaro.

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  4. Breve anexo.
    Un capullo circular, Sr. Redondo.

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  5. ¿Cuántos años tenía la mujer del embajador si aún daba clases cuando la niña fue cuando " se hizo mayor" a ese colegio viejo de piedra?...90, 100, 376 años?

    ¿No es un poco riaro, pero riaro riaro, que le pongan una primera prueba que consiste en "Tenía que escribir todo lo que sabía sobre unas curvas que se llaman cónicas".
    ¿Qué extraño juego sexual realizaba el embajador con la niña en el bosque, y después con su esposa, que les dejó marcadas de por vida con el rollo de las "curvas cónicas"?
    Inquietante final, muy sospechoso, el de la niña que se hace profesora y se va "organizando paseos por el bosque con mis alumnos.
    Les explico que todas las líneas y las curvas del mundo están en la naturaleza"...
    RIARO RIARO RIARO.

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  6. Esta novela corta que hoy nos ha regalado Driver tiene todos los ingredientes de los relatos de terror.
    Una niña que vive sola en las montañas, entre bosques frondosos y oscuros.
    Un embajador casado que se escapa solo los veranos y pasea , como la propia niña dice , en un extraño" juego de un señor embajador y una niña".
    Un padre que sienta a su hija adolescente entre sus piernas.
    Una mujer embajadora muy mayor, muy mayor, que cuando la chica va al cole, le suelta el mismo rollo de las curvas cónicas que le soltaba su difunto marido a la niña.
    Y la niña, ya profesora, que se dedica a pasear por el bosque con los niños, hablándoles de las "curvas cónicas" ( dos palabras de indudable significado sexual) cerrando así el círculo diabólico y terrorificamente pervertido en el que le sumergió el astuto y pérfido diplomático pederasta

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  7. A mi lo que me extraña es que Suso, con lo listo que es, se le haya escapado el sentido oculto de esta novela. La encuentro sucia y obscena, y no por lo que dice, sino por lo que insinúa..
    ¡Vaya gol te han metido,Suso!

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  8. Supongamos que su opinión me importa.
    Vamos a calcular su importancia.
    Somos unos nueve mil millones de seres humanos.
    9 por diez elevado a nueve.
    En la hipótesis de que su opinión me importe, su valor probabilístico sería de uno partido por nueve por diez elevado a nueve.
    Uno con once por diez a la menos diez.
    0.000000000111
    Exactamente una mierdecilla.

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  9. ¡Dios mío,Suso!, ¡elimina este cuento de Driver!
    ¡Es repugnante!
    ¡Curvas cónicas!: ¡hay que ser cerdo!.

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  10. Pues a mi ya me hubiese gustado que mi papá me hubiese sentado en sus rodillas en mi adolescencia.

    Paco.

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  11. En defensa de Driver y parafraseando a Tolouse-Lautrec, „el mal no está en lo que leemos sino en los ojos del lector“.

    Del cuento de Driver yo encuentro dos cosas muy interesantes.

    Primero, la antepenúltima frase, que en realidad es el resumen del cuento: „Como si el conocimiento fuera en realidad el juego de un señor embajador y una niña“. El embajador es el que viene de un territorio lejano y desconocido trayendo noticias de él: no es el propietario de ese territorio, sino su representante y su transmisor, y en este sentido todo maestro es un embajador, igual que „China“ es una metáfora para cualquier asignatura. La niña, que sigue siendo niña hasta el final del cuento: somos niños mientras no dejamos de crecer, y envejecemos cuando nos negamos a seguir creciendo; toda mente capaz de aprender sigue siendo virgen mientras, por miedo a que la realidad desmienta y desmonte la imagen que se ha forjado de sí misma, no se encierre en la ficción de que lo sabe todo, que es lo que nos pasa a los adultos. El juego es la transmisión del conocimiento de una mente a otra.

    Segundo, la idea de que la geometría y la caligrafía no son invenciones humanas, sino que están ya en la naturaleza (lo mismo que la arquitectura y, en general, todas las artes), sólo que, ciegos como somos, no sabemos verlas si no viene un embajador a abrirnos los ojos, que metafóricamente es lo que significa cortar el árbol para sacar a la luz los círculos concéntricos de los anillos del tronco.

    Pero volviendo al tema de la entrada: yo tengo totalmente desidealizados a todos mis profesores universitarios, porque, salvo tres excepciones, los veo ahora como meras parodias de lo que pretendían ser. Y si aún tengo relación cordial con alguno de ellos es sólo porque he dejado de verlo como profesor y he pasado a verlo como una persona muy experimentada... en la vida. Sin embargo, tengo un respeto y un reconocimiento máximos hacia algunos de mis profesores de instituto, porque, quizá sin saberlo, pulsaron en mí cuerdas hasta entonces desconocidas que hicieron de mí lo que ahora soy. A ésos nunca me atreveré a verlos como „amigos y colegas“, sino que para mí siempre seguirán siendo mis verdaderos profesores. ¡Cómo me gustaría expresarles todo mi agradecimiento!

    De mis profesores universitarios no quiero ni acordarme. Pero desde que, hace unos días, súbitamente comprendí el sentido que tiene la métrica de la „copla manriqueña“, me he imaginado a mí mismo otra vez con quince años, entregando a mi profesor de literatura una hoja con la explicación de esa métrica como si fuera un ejercicio de la asignatura y sin esperar otra cosa que su aprobación.

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  12. Querido Driver:

    llevo todo el día pensando que es un hallazgo tu idea de los maestros como embajadores: el embajador de las matemáticas, el embajador de la geometría, el embajador de la literatura, de la física, de la historia... el embajador del país de la risa, el embajador del país de los rezos, el embajador del país de los montes y las caminatas, el embajador del país de las cosas pequeñas, el embajador del país de los payasos... ¡Esto ya casi parece un cuento de Borges!

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  13. Hay gente que no tiene maestros, son mediocres que van medrando en su vida para llegar a más.
    Y todo el que pasa por su vida lo destroza.
    Me da mucha pena
    Hay muchos de esos en colegios de caramelos de MENTO

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