viernes, 5 de diciembre de 2014

POLVO ARREMOLINADO.


Hace unos días escribía : "Intuyo que muchas de esas personas que se cruzan en mi camino han atravesado el infierno muchas veces. Y  allí están, de pie".

Manuela atravesó su infierno en su peculiar biografía. No me refiero a  su enfermedad, que no fue un infierno: fue amor del bueno.

Yo también atravesé mis infiernos....¿a qué me refiero?. Kafka lo ejemplifica muy bien:
Intenta explicar a su novia,Milena, que todo podría ser una amenaza para él.

Ella le ha llamado “niño”, y esa palabra a él le ha dado miedo y le ha hecho sentirse ridículo, porque nunca ha sido muy fuerte y las amenazas del mundo le han vestido de una segunda naturaleza que él la define como que le ha hecho un tipo que mira con “ojos de microscopio”.

Le cuenta la siguiente historia.

“Nuestra cocinera, una mujer pequeña y reseca...pero sólida, enérgica y reflexiva, me lleva cada mañana a la escuela. 

Cada mañana se repetía lo mismo durante casi un año. Al salir a la calle, la cocinera decía que iba a contar al profesor lo malo que yo había sido en casa. 

En realidad, no había sido muy malo, pero sí testarudo, holgazán,refunfuñón y con todo eso se habría podido reunir un buen ramo para el profesor....Sin embargo, me esforzaba en creer,de momento, que el camino hacia la escuela era inmensamente largo, y que antes de llegar podrían pasar muchas cosas. 

Al llegar al pasadizo de x el temor se sobreponía a la amenaza. Sin duda la escuela era para mi un terror, y la cocinera quería hacerla aún más temible. Yo comenzaba a suplicar; ella se encogía de hombros; redoblaba yo mis súplicas...Me detenía, le pedía perdón; pero ella me arrastraba hacia adelante...Yo me agarraba a las galerías de las tiendas, a las piedras de las esquinas; no quería seguir adelante hasta que ella me perdonara; tiraba hacia atrás cogido de su bolsillo, pero me arrastraba más lejos, afirmando que eso también se lo diría al profesor...el hecho de llegar tarde también me angustiaba, y sin cesar me atormentaba la idea: “Lo dirá, lo dirá”. Aquella vez no lo decía. 

No lo decía nunca, pero conservaba la posibilidad, y no la perdía nunca. Y muchas veces- figúrate Milena- daba con el pie contra la puerta, de irritada que estaba conmigo. Por último, una pequeña vendedora de carbón se hallaba con frecuencia por allí, y miraba”.

La historia infantil termina con un comentario triste  "Milena,¡qué estupidez todo esto!¿Y cómo podré yo ser para ti,con estas cocineras y estas amenazas y toda esta cantidad de polvo arremolinado por treinta y ocho años metido en mis pulmones? 

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10 € allí son mucho.

6 comentarios:

  1. 10 euros allí son mucho. Y con 700 y pico por la patilla, eres el puto amo.

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  2. Por la patilla ni de coña, intrépido y valeroso anónimo cagaprisas.
    Eres tan torpe que la envidia te sale por las escamas de reptil.
    Tontorrón.

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  3. DOS FRASES DE KAFKA

    Cuando un escritor es muy grande, no necesita escribir muchas ni largas novelas. Para testimoniar su grandeza le basta con frases sueltas, que incluso a veces a primera vista resultan inaparentes.

    La primera frase, que aparece en la primera parte de "La metamorfosis", una frase a primera vista inaparente, pero grandísima por su humanidad:

    "Se dejaron la puerta abierta, como suelen hacer en las casas en las que ha sucedido una desgracia muy grande".

    Cuando leí la novela hace unos meses (cuyo cruel tema es que ninguna vida humana es necesaria), me pareció increíble cómo alguien puede tener tanta sensibilidad como para hacer esta observación, y recordé los velatorios que aún se hacen en las casas de los pueblos, dejando la puerta abierta como aireando una llaga.

    La segunda frase, con la que termina "El proceso", una frase que no tiene nada de inaparente sino que con toda intención está puesta en el sitio más señalado de la novela, grandísima por su desolación sin paliativos:

    "Como si la vergüenza hubiera de sobrevivirle".

    Con esta frase concluye la novela (cuyo tema es la indeclinable derrota), y todo el último párrafo describe el "ajusticiamiento" del protagonista, Josef K. Su último pensamiento consciente, mientras están dando vueltas al cuchillo que le han clavado en el corazón: "Como a un perro". Yo he llegado a llorar leyendo este pasaje.

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  4. Josef K. Un aficionado comparado con la Faraona, que al sustantivo “perro” le añadía el adjetivo “sarnoso".

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