jueves, 30 de abril de 2015

TIEDRA

En Tiedra hay un castillo altivo y solitario. Tiene el encanto y  recuerdo de antiguas monarquías.

Se abre a un paisaje panorámico y romántico, de atardeceres encendidos  de una calidez maravillosa.

Vale la pena acercarse a él, sentarse en sus corcovadas rocas, asiento real de pastores, y estarse allí sin añorar nada.

A lo lejos casi se ve  la tierra de Toro, en  una  calima desmayada  y delicada. Esta tarde parece un espejismo trémulo de un verde que se oscurece al caer el sol.

La dispersión de este atardecer produce una sensación de flojedad y de libertad inefable. Es un sentimiento que he vivido muchas veces, como de bienestar aéreo. Por ejemplo, sentado en una piedra que hay en un cerro que yo me sé con vistas  a Simancas  , cuando sientes la caricia del ancho viento en el rostro.

Alguna vez me he quedado allá quieto hasta que se pierde la vista del castillo de Simancas en la grisalla del crepúsculo.

Vale la pena visitar Tiedra y sus colores castellanos.


1 comentario:

  1. Desnuda está la tierra,
    y el alma aúlla al horizonte pálido
    como loba famélica. ¿Qué buscas,
    poeta, en el ocaso?
    ¡Amargo caminar, porque el camino
    pesa en el corazón!.¡ El viento helado,
    y la noche que llega, y la amargura
    de la distancia!... En el camino blanco
    algunos yertos árboles negrean;
    en los montes lejanos
    hay oro y sangre... El sol murió... ¿Qué buscas,
    poeta, en el ocaso?
    (A, Machado)
    Preciosa foto.

    ResponderEliminar