Cuentan que Manuel Fraga Iribarne, y Pío Cabanillas fueron a un pueblo gallego para alguna inauguración.
Como llegaron con mucha antelación, decidieron darse un baño. No tenían ropa, y se echaron a la mar en bolas. El azar hizo que a la hora de salir del agua, pasaran unas monjas con un grupo de colegialas.
Pillados in fraganti, echaron a correr hacia el coche.
Fraga se llevó las manos a las partes pudendas, lo que le fue corregido por Pío Cabanillas, que corría detrás: "¡La cara, Manolo, tápate la cara!"
Si baja la marea, tápate la cara.
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