En el AVE ves escenas que te hacen cuestionar nuestra condición humana in tanti contri persona cuerpo.
AVE Madrid- Barcelona. Un señor con aspecto de propietario del Mesón Parrilla El Churrasco intenta abotonarse hasta el cuello la camisa de etiqueta para ponerse después una corbata azul eléctric life orquestra . Esta en el wc, con la puerta abierta, mientras una...¿secretaria?...¿mujer?...compañera?...¡becaria?...va dándole indicaciones desde el pasillo.
El cuello del orondo mesonero tiene pliegues jurásicos, en consonancia con los dedos, rechonchos , diminutos y peludos. El hombre, resopla azulado , empujando la papada al exterior, mientras unos agüevados ojos intentan asomarse por cima de la barbilla, para intentar encajar el último botón en un ojal que no hay manera de encontrar.
- ¡Es que no lo veo!- afirma casi en lágrimas nuestro hombre.
Yo estoy detrás de la secretaria, esperando turno para ir al lavabo.
- ¿Quiere entrar?- me pregunta ella.
- No...ya espero...
"Levanta la barbilla, Cari"- aconseja la rubia.
El problema es que esa adiposidad blandengue que le cuelga no se puede ni levantar, ni ocultar. El hombre lo intenta , sus esfuerzos son titánicos. Sólo le falta hacer "¡gruuu, gruuuu!", y le dan el Premio " Pavo del año".
En su animoso esfuerzo , pliega la barbilla ayudándose por los deditos gazmoños, mientras balancea la cabeza de izquierda a derecha bufando, con los ojos como bombillacas.
La rubia se gira a mirarme:
- Es que vamos a una ceremonia al llegar a Barcelona , y hace que no se pone corbata...
- A esos sitios deberían dejar entrar con babero de etiqueta.
- ¡Ja, ja, ja - ríe picarona.
- Bueda bidea bodque edo é una bieda! - añade Shrek
Insiste el tío y, la verdad, no hay manera de encajar el botón con el ojal.
A no ser que el tío quiera suicidarse, que puede ser. Está azul ducados.
- ¡Por fin !- dice animosa la secretaria.
Sí, es claramente un suicidio. Se abrochó el botón, pero la gama de azules de su cabeza, venas, ojos, pasa de azul pavo, tinta, heliógeno...el hombre se está mirando en el espejo...¡¡¡COÑO, ¡¡¡VA A EXPLOTAR!!!
- ¡Pero desabróchese el botón, hombre!
- ¡¡¡Injjjssssss!!!
La secretaria le introduce el dedo entre el cuello y la camisa, y estira con fuerza, para evitar el torniquete, supongo.
- ¡Aaasí!....¡aaaaa sííí!-
Y le mete un meneo giratorio que pone al tío chocando boca de morros al espejo del wc.
- ¡¡¡Ahooooooraaaaa!!!
Yo también estoy meándome de la risa! Gracias por el cuento y un abrazo.
ResponderEliminarCOINCIDENCIA
ResponderEliminarPor tener que asistir a un acto social, ayer volví a ponerme cobarta al cabo de catorce años. Se dice muy pronto: catorce años.
El primer paso para ponerme la cobarta fue... encontrarla. La localicé tanteando con la mano por entre un amasijo de ropas apelotonadas en un fondo de armario.
Nunca me he abrochado el último botón de la camisa. Y menos aún llevando corbata, porque el nudo de la corbata –éste es el truco– hay que saber ajustárselo de modo que tape el botón abierto, igual que la hebilla del cinturón oculta el pantalón desabrochado.
Tres segundos después de haber leído la entrada de hoy se me veía abotonándome la camisa de ayer a ver si conseguía abrocharme el último botón sin necesidad de espejo. Haberlo conseguido ha sido el alivio.
Cuando ayer me quité la corbata al regresar a casa, la encontré manchada. Ése fue el disgusto.
Con el disgusto de la mancha, y dejándome llevar por mi tendencia innata a atormentarme inútilmente, me pregunté qué habría pasado si ayer hubiera ido sin corbata. Ésa fue la reflexión.
Nada. Absolutamente nada. Ésa fue la respuesta.