La chica tenía entonces dieciséis años. No supo que la fotografiaba. Estaba en una terraza de una cafetería en sant Cugat . Yo me encontraba en el interior.
La instantánea la hice por esa mirada. No la juzgaba: esa barquilla dejaba la playa de la infancia y su particular cabotaje.
Me llamó la atención su madura y bella y prematura vejez de aquella mirada, ese gesto de actriz que representa un papel que , ¡ ay!, le sentaba grande.
La chica estaba haciendo pellas. Yo la conocía. Y sus padres jamás suspecharían que esa niña fumara, se maquillara, no estuviera en el colegio y se comiera a besos a un torpe chaval.
Del mismo modo que el mercado negro es una respuesta a ciegas de la propiedad cuando la ley impide el comercio , una educación basada en la desconfianza, en la sospecha, en controlar a tus hij@s cuando no te ven, crea un mercado negro en ell@s , de vida entre paréntesis, de mentiras y dobleces...
¡ Y aún hay padres que les extraña!
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