Me preguntaron hace unos días que si pudiera vivir un día entero en la vida de una persona, ¿cuál elegiría y por qué?
La verdad es que elegiría ser la camarera del Otelo , una cafetería de Valladolid, el atardecer de abril que conocí a Manuela. Vivir desde esa perspectiva, ser testigo mudo , divertido, pasmado , de ese maravilloso encuentro.
Sin duda, uno de los momentos extraordinariamente felices de mi vida.
Esas miradas, la conversación en la terraza, la timidez, ¡todo !
A veces , pensando en ese día siento lástima por los hombres a los que una mujer nunca miró así.
Una mirada enamorada como la de Manuela esa tarde es el mayor premio que un hombre puede tener en la vida.
Es lo más a lo que puede aspirar un tío. Hay hombres capaces de cruzar océanos, de matar, de morir con tal de que una mujer los mire con admiración.
Hay miradas por las que el hombre se haría matar en el acto. Yo lo hice: mandé a la mierda toda mi vida de confort por estar con esa mujer
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