viernes, 26 de marzo de 2021

UN TRANSPLANTE.

 El cuerpo  no tiene  ideología. 

Una  amiga  está esperando un trasplante de un riñón para  una hija  suya. Estos días de vacaciones  , de modo instintivo, esta mujer rezará  para que  uno de los cientos de accidentes que habrá en las carreteras de este país   salve la  vida de su niña.

Las  lágrimas  por la perdida  de una vida  son las de la  alegría por la salvación de otra.  En el fondo si todos los cuerpos humanos son intercambiables se debe a que sus entrañas carecen de ideologías. Esta  persona a  la  que  me   refiero es de las  de "a  mi derecha , la pared". Pero no objetará nada si el donante es homosexual, transexual, de Podemos, verde, rojo, o de la especie "raro de cojones".

Nada  de eso se trasplanta. En efecto, en una curva de carretera se  produce el accidente mortal deseado, y aunque el hígado pertenecía a un hijo  de  la  gran puta   , hasta el culo de copas y pasado de farlopa, , que se había dado frontalmente  contra otro  coche a la salida de un prostíbulo  de madrugada, gracias a esa muerte la hija de mi amiga  , y tres personas más, viven.

No  hay sangre que bombee al cerebro que fuerce a cambiar de pensamiento. El ego  no reside en ningún lugar concreto del organismo. 

¿Qué  hemos hecho para  ser  como somos? ¿Es el alma  la que desaparece en ese  accidente que ha dejado unas vísceras  en el asfalto , y esas  tripas poco   después  ocupan otro  cuerpo y su alma?   


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