domingo, 21 de marzo de 2021

UNA HISTORIA VERDADERA. JUAN LUIS.

Me perdí hace dos días en la etapa de la GR 99. Tuve que ir a la estación de tren de Cortes de Navarra para volver a encarar la ruta a la altura de Alagón.

Mientras esperaba en la estación,  a resguardo del cierzo que soplaba con fuerza, eché una parrafada con un marroquí , vendedor ambulante de Tudela, de  gira por la comarca. El hombre me estaba contando cómo le iba en tiempos de pandemia, y los esfuerzos que hacía por  pagar su alquiler.

- Yo soy un hombre triabajadora.

De repente cayó. Su mirada recordaba el conejillo asustado al ver un hurón.

Había entrado un hombre con pinta de pordosiero. Intuí que se conocían.

- ¿ Puedo fumar?- preguntó.

Mientras se encendía el cigarro le dijo al marroquí. 

- Sí, muy digno. Te he estado escuchando, y me juego lo que quieras que tienes una mensualidad de Caritas, de Cruz Roja, de servicios sociales, aparte de lo que te llevas por empadronar a tu gente y la excusa de ese trabajo Que justifica esas ayudas...dime si me equivoco.

No contestó.

Me sorprendió la voz , el tono,  de aquel hombre. No parecía idiotizado por el alcohol, con esa mirada torpe y lela de los mendigos.

Su mirada, azul de perro triste, espabilada ,  brillaba con pillería.

Tenía la piel rosácea. Más tarde supe que se había afeitado aquel día. Cuatro cuchillas gastó.

- Oiga, usted  a qué se dedica.

- Soy vagabundo.

- ¿Vagabundo?...¿de los que viven en la calles...de los de cartones en sucursales de banco...de los que ?

Había estado ocho años en la cárcel.  Perdió la cabeza por una rusa que le arruinó. La pilló poniéndole los cuernos con un hombre al que le cortó los testículos. Por  eso fue a prisión.

- Ocho años me parecen pocos por cortarle los güevos a un tío.

- Es que no lo maté...pero le dejé servido...

"Salí sin un céntimo. Yo había trabajado en los servicios de información de la policía, después de mosso de escuadra. Me enamoré como un perro de esa puta. Le puse un negocio por el que pedí una hipoteca de treinta millones de pesetas...y al salir de la cárcel no tenía más que deudas...y fue un amigo el que me enseñó este estilo de vida. Vivo fuera del sistema.

- ¿ Y de qué se alimenta?

- Pido dinero aquí y allá...me conozco todas las parroquias y sus curas . Algunos  me dejan dormir en alguna habitación, o en la entrada de la iglesia al cerrar. Y cuando saco algo más de 20 euros voy a dormir a una pensión, si me dejan. También hay personas que  se enrollan muy bien. En Laredo una señora me paga viente días de una pensión...ahora voy en semana santa allí.

- ¿Y la higiene?

- Entro en los bares y en los lavabos me limpio los pies, a cara, el culo, los coojones...¡hoy me ve tan fresco porque me he afeitado!

No salía de mi asombro escuchándole.

- ¿Y ahora dónde va?

- A Gallur. Tengo un  amiguete allí que tiene un estanco y me deja dormir en la entrada. Me quedaré dos días allí. ...¿y usted dónde va?

- Todavía no lo sé - mentí. No tengo un euro y pagaré en el tren con  tarjeta y allí decido.

- Yo no pago. Como sólo a voy una estación de aquí, si me pillan, pues me bajo en la mía...¿quiere un poco de colonia?

- ¡ Caray!, eres todo un caballero!

- Las robo en las farmacias. 

A los diecisiete años se escapó de casa.

- Me fui con una prostituta de sesenta años a Holanda. Allí montó un puticlub y yo era el encargado. Aprendí mucho. 

- ¿Sabes holandés?

Y me soltó una parrafada en holandés.

Después, de aquí para allá. Me especialicé en puticlus hasta que mi padre , que era comisario - un hijo de puta- me localizó, y me animó a entrar en la policía...

Llegó nuestro tren. El marroquí parecía aliviarse al ver que marchábamos. 

En el tren le pagué su billete. Me dio las gracias.

- Oye - fue mi última pregunta antes de despedirnos-...¿y de amores, qué?...¿los vagabundos os enamoráis?

- ¡ Uf,  hace siete años que no mojo churro!...la última vez fue con una vieja...tenía que dar de comer a ese pavo.

Se llamaba Juan Luis.




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