jueves, 14 de abril de 2022

CAPACES DE LO PEOR.

Un asunto que me llama la atención que los apóstoles en la última Cena es como dudaban de su fidelidad...." ¿seré yo?". ¡ Vaya seguridad en sí mismos para no saber si habían traicionado o no a Jesús!


También uno se siente así en las cosas de la fe. No me fío de mi, y entiendo muy bien ese "¿seré yo?"


Esos tíos se sentían capaces de traicionar su amor. ¡ Ay, la capacidad del hombre de traicionar sus principios... ese “¿seré yo?" me parece maravilloso en nuestra condición. Al menos la mía.


Ninguno puede estar seguro de no acabar vendiéndose. Yo tampoco. Nadie debería sentirse mejor que nadie.


¿Qué nos puede llevar a hacerlo?


¡Eso es lo que me une a esa gente!


Me une esa debilidad, esa capacidad que tenemos de hacernos daño, y de sentirnos perdonados. 


Esa fe , que no tiene cuerdas ni lazos pero deja señal. No es reja, candado o cerradura con llave maestra ni funciona bajo amenaza.  No se busca, pero te encuentra. Tampoco hace daño ni tira ni encierra o te ancla.   Pero  escuece ese " ¿ seré yo?"


Pero esa fe que nos une libera, enseña, da alas, te hace creer, te alegra, te agranda. Cumple tus sueños, los crea nuevos, te hace más fuerte, te sonríe, te calma.


Te hace esperar y tener, poder salir aunque elijas quedarte.  Que  ese Hombre no te va a pedir más de lo que puedes dar.


Lo que nos une de esa fe nos mantiene juntos sin querer, sin saber cómo, por qué y sin que tampoco importe entender, sino agradecer ese regalo inesperado.


Lo que nos une,  esa debilidad que nos hace tan frágiles, nos une porque no nos ata, es ser uno mismo sabiendo que hemos tenido esa fortuna tan escasa para reconocer esa fe  con las que nos sentimos en casa.







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