jueves, 7 de abril de 2022

COMO UN DELFÍN MORIBUNDO.

Hay días que me gusta perderme conduciendo hacia ninguna parte por carreteras y pistas al buen tuntún, escuchando baladas.     


¿Escuchamos canciones tristes porque estamos tristes o estamos tristes porque escuchamos canciones tristes? Me gustan las canciones deprimentes. Tom Waits  y su  Tom Traubert's Blues puede hacer que añore  todo lo que no fui, y quise ser.


Me sumerjo en los paisajes de una Galicia de lluvia, tiemblan los acordes de  canciones viejas, de aquellas que cantaba de niño con mis padres, o las que me enamoraron en una adolescencia alegre y desenfadada, o en una juventud que devoré, que tragué con voracidad, y quedó allí dentro, como un pingajo de fruta en las encías. Una hebra que trato de sacar con la punta de la lengua,  y que no hay forma que se vaya. 


Es el tiempo del recuerdo de las largas tertulias de canciones con interminables finales que repetíamos y repetíamos , y de los gin tonics nocturnos. Es el tiempo de empezar de nuevo. No hay canción que pueda derribar el olor de un seiscientos regresando a casa después de una vacaciones maravillosas.


Escucho las canciones. He perdido a mucha gente que he amado  y ahora tengo miedo de que los que tengo a mi lado se vayan. Me hago viejo.LEl alcohol y las drogas son malas, pero peor es la tristeza, que es algo de lo que uno nunca se harta. He aborrecido las ginebras y los rones, he aborrecido los vermús y otras cosas, incluso el sexo, el mío, pero jamás he aborrecido las canciones tristes, arrastrando su cuerpo de delfín  moribundo sobre mi corazón de arena. Tratan de devolverlo al mar, pero ahí sigue, inamovible y despellejado, sobre la playa blanca de lo que fui. 









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