Regreso de un largo viaje de varias horas y al llegar casa caigo en la cuenta que no he reparado en nada mientras conducía: no sé qué ciudades crucé, por qué pueblos pasé, qué paisajes vi, no atendí a la radio...¡fui todo el trayecto pensando en Babia.
Sin embargo , cumplí las normas de tráfico, puse el intermitente al adelantar, encendí las luces al oscurecer.
Todo ha sido ejecutado con el piloto automático. Igual que Oto , el piloto de Aterriza como puedas.
La verdad es que a veces pienso si toda la vida no será eso: un estar dale que te tira inconsciente , salvo tres o cuatro cosas.
Suena el despertador, me levanto, hago pipí, me lavo los dientes, me ducho, me pongo don Pim Pon en su sitio , desayuno , tomo la pastilla para la tensión, voy al gimnasio, rezo al pasar por el cementerio , aparco allí a diario, cojo el coche, llamo por teléfono, me tiro un pedete, como, voy a comprar al Froiz, vuelvo a casa, meto la llave en el portal, veo un capítulo de una serie , ceno, escribo, leo, los cuatro angelitos y a dormir.
Y así un día, y otro, y otro.
A lo mejor , a la vuelta de la esquina, aparece una mujer y dices "¡uala,qué guapa!". Y despiertas , y espabilas, y parece que no todo es mecánico.
La vida es una tiranía. Todo lo asola. Se da más importancia de la que tiene. La costumbre es una herramienta hermosa, pero no entiendo que sea la primera reacción a cada cosa que pasa. Unamuno decía " mi mujer es mi costumbre". ¿ Es el amor una costumbre?. Es como la risita perpetua y vacía de la hiena.
Mi corazón se parece a esta Galicia en que siempre parece que va a nevar pero pocas veces nieva. En En esta vida siempre estoy de paso. Porque uno ha sido maño, catalán pucelano, zamorano, guatemalteco, gallego...¡ sin estar en ningún lugar!
Yo creo que a Dios le gusta que atendamos a la vida, porque nos quiere libres. Y Lucifer nos quiere como marionetas . Parece que le gusta ir tirando de los hilos hasta que un día te das cuenta que te desinflas como Oto el piloto, y que apenas te coscas que has vivido.
Simula un desvanecimiento y que te inflen como a Oto.
ResponderEliminarPor cierto: mi primer campamento fue en Oto; hace sólo cuatro décadas y media. Y el pequeño Broto parecía Nueva York de grande a los ojos de ese niño que fui.
ResponderEliminar¡¡¡Grande Oto!!!
ResponderEliminarHoy me he sentido reflejado en lo que escribes. Bien, por cierto.
ResponderEliminarAdmiro tu capacidad de generar un post diario lo cual tiene que ayudar a salir de ese automatismo diario. Abrazo desde Madrid.
Un abrazo... y gracias por estar allí
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