viernes, 8 de abril de 2022

CUANDO LOS GRANDES IDEALES SE DERRUMBAN.

Esta  foto es de un pobre  chaval, apenas quince años, con su uniforme militar, su capote. Las tropas americanas han tomado Berlín . Llora  desconsolado. Llora como lo que es, un niño. Este niño de la guerra no ha  sobrevivido a los  grandes ideales.


Todo se ha venido abajo. El chaval fue incorporado  a la trituradora ideológica  ofreciendo  su alma a un hombre del que hizo un dios antes de darse cuenta de quién era el diablo. Seducido , quizás obligado, fue una víctima. Adoctrinado hasta lo indecible, coaccionado, intimidado, despojado de sus infancia  y adolescencia, arrebatado  de su hogar, entregado a menudo por sus mismos padres  al ogro de la esvástica.


Jóvenes como este  fueron utilizados por los nazis, que los convirtieron en sujetos de un atroz experimento social, reservorio de sus ideas abominables y, en última instancia, en carne de cañón para su guerra con el mundo.


Hoy la historia se  repite.


Nuestra mirada se posa sobre esos jóvenes a menudo con una desasosegante ambivalencia. Nos espantan y repelen las imágenes de multitudes juveniles vociferantes entusiasmadas ante el líder, alineadas , con miradas de arrobamiento, cantando con endemoniada pureza. 


Todos los días la terrible metáfora del Flautista de Hamelin  se vuelve a cumplir : ninguno de esos niños  volverá a ser feliz el resto de su vida.



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