domingo, 17 de abril de 2022

LA ALEGRÍA DE SEGUIR AQUÍ.

¿Saben los calvos que se ponen peluquín que nosotros sabemos que debajo de ese matojo están calvos? A veces la vida se nos va de las manos. Una vez me sucedió que sentí en el pecho cómo una piedra caía en el abismo y no llegaba al fondo nunca, pedí un Jack Danie'ls con manguera. En el local había varías televisiones donde distintas cadenas retransmitían eventos deportivos.  El público jaleaba, yo bebía y la vida me pedía calma y un camino. Algo de luz. Una chispita de entusiasmo. Una tregua con las tristezas naufragadas  , con la ansiedad, con las expectativas rotas, con esta fragilidad del que ni sabe qué hace con él. A veces pasa que somos transparentes y livianos, como el flix que envolvía el bocadillo que nos hacía mi madre.


La vida es una algo cómico y trágico y hay que tomársela así. El que sólo se muestra en público con hondura y meditada decadencia, mal rollo. Conocí un cura que viendo "La princesa prometida" , cuando el obispo se da la vuelta en la boda  resulta ser gangoso , se levantó indignado y gritó " ' es grotesco!, ¿ cómo podéis reíros de esto?".  Qué perezón.


El que se muestra en público con jovialidad casi lunática, mal rollo. Mantener el equilibrio entre drama y diversión es el modo vital. Resbalo muchas veces. De pequeño no hubo forma de que aprendiese a patinar sobre ruedas.  Aquel niño era mi  propia parodia. 


No nos culpéis a los payasos. Hacemos una labor social. Gracias a nosotros, muchos de vosotros parecéis más listos de lo que sois. Soy de esa raza que siempre está  pidiendo perdón. Es algo que no me cuesta nada. «Estás todo el día inventando», me decía mi madre. Asumir el juego de la vida con menos solemnidad y más jarana. Los hay que no, como ese cura que se enfadaba, como don Fidel Sebastián . Los respeto. Admiro la entereza y el juicio. Esas estatuas mudas e inmóviles  que hablan con voz queda, que sonríen sin enseñar los dientes. Soñé con tener ese alcance, pero la vida me puso cascabeles en el sombrero y talco en la piel del corazón.


Por eso me tomo esta vida nuestra con cierta coña.  También me crujen los huesos por las mañanas y otras veces siento el chillido del tiempo que pasa. Y las muertes sin rostro. Y el miedo del desamor. No quiero ser un fantasma. Quiero ser humano así, compartiendo mis misterios. Los placeres de los caballos que veo en el prado cerca de casa. : comer,  echar un casquete,  dormir... Y un pozo oscuro  por dentro. Y una piedra que a veces cae a la negritud del fondo . Pero, mientras tanto, la alegría  de seguir aquí.



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