GRACIAS Y PERDÓN.

Muchas veces, cuando recuerdo mi vida y sus cosas, y sus gentes, los recuerdos están repartidos entre muchas personas y lugares , porque lo que hemos vivido lo hemos vivido con los demás en sitios concretos. Por eso a veces cuando nos reunimos con antiguos amigos regresamos a nuestro pasado. 

Cuando ando me gusta recordar e invocar a gente, traer otra vez su vida al presente, y  al ser revivido, los inserto  también en el ahora, aunque sea una convivencia póstuma.

Eso ocurre también cuando estamos vivos. Nuestro pasado lo contienen y nos lo devuelven quienes nos conocen. Alguien de vez en cuando piensa en ti, te recuerda . Somos esas versiones de nosotros mismos, vivimos en ellas. Las más favorables de todas, aquellas en las que más a gusto podemos vivir, porque no juzgan, o al menos no denuncian ni condenan, son las que tienen y dan esas personas a las que, precisamente por eso, llamamos amigos.

Son esos que en lugar de condenarnos nos salvan, en lugar de denunciarnos nos disculpan, y en lugar de censurarnos nos alaban, porque retienen lo bueno de nosotros, los aspectos mejores, los dignos de ser vividos una y otra vez, los que merecen eternidad.

De esos amigos sé que me leen unos cuánt@s.

También tengo los que creen que fui una pesadilla, una mala persona, incluso un hijo de la gran puta.

A unos, gracias. Y a los otros, perdón.