domingo, 4 de septiembre de 2022

CUANDO LA MENTIRA ES ESTRUCTURAL, Y NO LO SABES.

Hay un asunto que le doy muchas vueltas últimamente:  la relación entre el buen comportamiento moral y la felicidad.


Aristóteles puso como epitafio en la tumba de su maestro Platón: al hombre que me enseñó como ser bueno y feliz, a la vez. Me acordé de mi padre, que también intentó enseñarme lo mismo.


Pero uno sabe  que ser bueno es una cosa y ser feliz otra, y que no siempre  coinciden. El contraste resulta clamoroso.


Siempre se ha dicho que el fin de todos los hombres es buscar  la felicidad, y los medios que tiene que poner para lograrlo son el cumplimiento de las normas morales. Según eso, si uno es bueno, es feliz, y si uno es feliz, es porque ha sido o es bueno.


La tarea de la moral consistiría en fundamentar las normas morales cara a ese fin. Eso puede hacerse promulgando muchas normas , cada vez se  más complejas, y eso hace que parezca que  adquiere el aspecto de construcción consistente.


Pero, con frecuencia, el sistema de normas  se va alejando de la vida real y deja de ser criterio para la vida ordinaria.


Por ejemplo, antes del concilio omitir o realizar deficientemente las rúbricas al decir misa era pecado mortal. Resultaba asombroso la cantidad de pecados mortales que podían cometer un cura  diciendo misa sólo por fallar en las rúbricas.  


Aunque sea un poco tonto el ejemplo sirve como botón de muestra para entendernos. Porque en el supuesto de que las transgresiones morales indiquen realmente quiénes son malos y quiénes son buenos,  ¿ qué tiene que ver eso con la felicidad?


A uno le educaron en esa moral . Pero hoy entiendo que  moral es enseñar algo que sirve para vivir y para entenderse uno mejor a sí mismo , de verdad,  y no enseña algo que a uno le estorba el vivir, que le sirve a uno para complicarse más y enredarse más. 


Y uno , durante muchos años, ha vivido con la impresión de estar en un mundo poblado de minas antipersonas que si las pisabas, te ibas al garete: minas en lo sexual, en los pensamientos, en las prácticas exteriores.


El objetivo de la moral, y no solo de la moral, sino de la religión , y de todos los esfuerzos humanos es hacer felices a los hombres, hacer feliz a cada uno en particular.


Pero uno sabe, porque lo ha vivido, y porque lo ha hecho, que la pretensión de hacer buenos a los demás puede terminar en lo peor, al deterioro psíquico incluso. Sobre  todo cuando se centra en la eficacia y brillantez del sistema normativo.


Entonces, todo es una mentira estructural de lo institucional.




No hay comentarios:

Publicar un comentario