Nos lo han machacado desde muy pequeños. Es uno de esos mensajes grabados a fuego a través de miles de canciones, de poesías, de novelas, de vidas ejemplares. Y la letra siempre es la misma: solo existe un amor verdadero. Los finales pueden ser trágicos o felices,maravillosos, o dramáticos, pero sólo uno es el verdadero.
Pero la verdad- esa que cada uno conoce- es que rara vez se parece a la realidad.
Lo escribe Amalia Bautista:
Cuéntamelo otra vez, es tan hermoso
que no me canso nunca de escucharlo.
Repíteme otra vez que la pareja
del cuento fue feliz hasta la muerte,
que ella no le fue infiel, que a él ni siquiera
se le ocurrió engañarla. Y no te olvides
de que, a pesar del tiempo y los problemas,
se seguían besando cada noche.
Cuéntamelo mil veces, por favor:
es la historia más bella que conozco.
Fui educado sentimentalmente en esa concepción del amor . Era un desvarío. Mis padres, los jesuitas, las películas y las biografías que leí... en la adolescencia se mezcló en mi interior un coktail de pecado, gracia, amor, sexo, sensiblería , desprecio por uno mismo, impulsos de redención del mundo, y dar la vida por un ideal.
Espero que todo eso sume a la hora del final.
Recuerdo lo muy mal vistas que estaban las parejas que se separaban. Eran unos apestados.
Había un culto al primer amor . Ese que convierte en fracaso cualquier separación y la tendencia natural a la nostalgia: el pensamiento recurrente de que todo tiempo pasado fue mejor. Agítese otra vez esa coctelera y ya tenemos todos los ingredientes para dejarnos seducir por esta fábula.
No se me olvida la frase de aquel hombre, que me quería mucho, y bien, en un balcón , la noche de mi despedida de una vida entregada durante 27 años:
- Te veo en un puticlú contando tu vida a los sesenta años, hecho una ruina.
- Yo también me veo así- contesté.
La vida siguió y todos nos equivocamos.
El amor que nace a la vuelta de los años es beneficioso porque nace del propio conocimiento.Hay menos intensidad en nuestras emociones. No hay "medias naranjas" sino personas enteras que respetan su espacio y andan juntos.
Conozco personas a las que les ha resultado complicado abandonar una relación tumultuosa porque, aunque estos vínculos no aporten nada bueno, se fortalecen basados en una ensoñación. Son relaciones turbulentas con muy pocas lunas de miel. Mucho mal rollo. Desgraciadamente, nos enseñan el amor de una manera poco realista y bastante inaccesible para la mayoría de gente.
Hay que desterrar el mito del alma gemela, de la media naranja. También existen las parejas que se parecen como un huevo a una castaña.
Existe un mito que refuerza la idea de que todos tenemos un alma gemela que está ahí fuera esperando a que la encontremos y, una vez juntos, la leyenda asegura que jamás nos separaremos el uno del otro.
¿Qué hacemos con los que les ha ido mal?. Las rupturas son perfectos momentos para la reflexión: preguntarse qué ha salido mal, qué nos ha gustado de la relación y qué no, y si podríamos haber hecho algo por cambiarlo. A partir de aquí podremos construir cuando estemos receptivos, de nuevo, para encontrar el amor.
No hay que tirar a nadie a la basura. Aún hay tiempo para volver a empezar.
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