Hace miles de años, junto al fuego, un homínido se inclina sobre otro que agoniza.
Es alguien muy cercano y siente compasión. Sus miradas se clavan la una en la otra hasta que la del yacente se desenfoca y la del sobreviviente llora.
Entonces este se vuelve hacia la noche estrellada y, por primera vez , un ser se interroga por él mismo.
Poco después tiene lugar un rito funerario. Es el primer indicio de autoconciencia. Fuera quien fuera, ese alguien comprendió que también él iba a morir. Desde entonces nos hemos hecho la misma pregunta : ¿ qué sentido tiene la existencia? Hay por lo menos dos opciones. Una consiste en en el que todo está bien determinado. El famoso relojero.
Otra alternativa consiste en asumir que la vida es puro azar.
Algunos pensamos que hay un Padre y una providencia.
Sea lo que sea , esta vida vale la pena jugarla.
Y nadie nos ha pedido permiso para vivirla (aunque algunas sectas se hagan propietarios de las ajenas)
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