Muchas veces pienso que los malos alumnos no existen: los malos colegios , sí.
Yo fui muy mal alumno. Trasto, no atendía a nada, no me interesaban asignaturas que no entendía. Tenía complejo de tonto. Un cura dispuso que en mi clase los que suspendían fuesen "al camión de Mendive". Era el camión que yo conducía a los que eran lo peor.
Por esa razón siempre he sentido predilección por los "malos alumnos".
Uno se pasaba las clases imaginando idioteces , inventando historias, diciendo tonterías. No me preocupaba suspender. Repetí un curso a los trece años , y los siguientes fueron de mal en peor. Hasta llegara sexto de bachillerato, el año anterior al primer COU: suspendí seis.
Se me consideraba un caso perdido. No había nada que hacer conmigo. Mi padre aquel año me profetizó " eres carne de cárcel". Me consideraban un vago y un irresponsable.
A cambio de irme del colegio me aprobaron todas. Y fui a Montearagón. Un colegio de Fomento. Por entonces conocí un centro del Opus Dei, Cuellar . Para mi era una vía de escape donde podía salir de la sombra alargada y fría de mi padre.
Y se obró el milagro. Aprobé COU y la selectividad, que no era la mierda que es ahora. Y la vida se abrió hacia otros caminos.
Los castigos conmigo no servían para nada. Tenía una facilidad enorme para evadirme y volar muy lejos, y muy alto. Los castigos físicos y las vejaciones tampoco funcionaban. Ni ahora. Soy un perdedor al que no le importa nada . Que soy gilipollas, pues soy gilipollas. Que soy corto, pues soy corto. Que me voy a la mierda, pues me voy a la mierda.
Hace unos años una mujer con la que convivía me dijo que me fuera de su lado. Y me fui sin rechistar, No intenté retenerla ni un segundo, y eso que la quería. Pero si me dicen vete, me voy. Así ha sido siempre.
Muchas veces me he preguntado qué sucedió aquel año, aquella temporada. Y fue que algunos tiraron de mi de lo bueno que tenía. Lo bueno que tenía era lo malo para los jesuitas. Y para mis padres. Que era divertido, que imitaba muy bien, que contaba chistes, que gamberreaba como nadie, que conmigo se pasaba bien....y que arrastraba mucha gente. Tiraron de lo bueno y lo demás vino solo.
Donde la mayoría vio una cigarra vaga, un payaso, un cabeza hueca, hubo quien vio dónde cultivar si sembraba.
Hace unos meses leí la biografía de Montessori. Allí afirmaba que “el niño, con su enorme potencial físico e intelectual, es un milagro frente a nosotros”. Y es verdad.
Yo soy uno de ellos.
Aunque somos muy distintos, cuánto me identifico con lo de que si me dicen vete, me voy.
ResponderEliminarNo te vayas todavía...
ResponderEliminarAy no, hace tiempo que me fui. Del Betis sin dolor. De una empresa satélite del Betis, con mucho dolor. Cosas de la vida. Tu entrada me ha hecho recordar los tiempos en que la herida estaba abierta. Pero ya cerró.
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