sábado, 24 de septiembre de 2022

HERMANOS.

Es muy triste ver a hermanos que no se hablan. Sombrío espectáculo. No todo lo puede la sangre. Con frecuencia los diablos del mundo se cruzan en relaciones que han nacido para ser imperecederas. 


El dinero, los celos, la envidia, las palabras que se nos han  escapado, o las que no hemos querido escuchar. Siempre hay un motivo para el desprecio, aunque desde fuera nos parece una tontería, que no justifica el desamor. Cuando la familia salta por los aires en el silencio de esos hermanos , de  esos padres también, hay desolación, anónimas desgracias, y una infancia que se ha marchitado. 


Cuando voy a Zaragoza, a casa de mis padres, me gusta mirar los álbumes de fotos  que  mi madre con tanto primor ha  archivado. Y me conmueve ver la ingenua complicidad de esa familia, de mis hermanos. Nos queríamos de verdad, nos reíamos mucho, cantábamos a todas horas, y nos unía el amor  de unos padres , como el hilo de las cuentas del rosario. 


Mi hermano y yo dormimos durante muchos años  en la misma cama. Allí compartimos muchas risas, muchas historias, escuchábamos la radio debajo de la almohada, nos tirábamos unos pedos maravillosos, o nos lanzábamos desde el armario a la cama gritando como Tarzán. Éramos muy felices. 


También mi hermano me cubría cuando yo hacía alguna trastada, como escaparme de noche y regresar a las tantas...¡con quince años!. Era un cómplice perfecto. No hacía preguntas. Nos entendíamos, aunque algo me  dice que intentó seguir mi ejemplo, y así le fue. Pero encontró su camino.


A mi madre, noventa y un años,  le preocupa que no estemos unidos, que no nos queramos. Y goza viéndonos juntos, apiñados. No creo que suceda que alguna vez se rompa ese rosario familiar.  Porque no nos une el dinero, ni las ganas de no sé qué. 


Nos queremos como somos. Al del opus, porque es del opus. A los ex y sus cosas, por sus cosas, claro que sí. A las hermanas pequeñas, porque siempre serán las pequeñas. ¡Somos tan diferentes!


Y  a la vez, tan Mendives Zabaldica.


Pero nadie , ni nada, conseguirá separarnos. Ni la religión, ni la cultura, ni la política, ni siquiera nuestra forma de ser, que el tiempo nos ha acortezado,  y que no siempre entendemos.


Hace años saltábamos en la cama, y ahora, años después, después  de saltar sobre los días, las decepciones, y las usties de la vida, y saltar sobre nuestras pérdidas, y nuestras meteduras de pata, las oportunidades fallidas, los barcos que quemamos y no sirvieron para nada...después de todos esos saltos, nos seguimos buscando, seguimos cantando, seguimos unidos, con este amor sencillo que nos salvará.


Sin dobleces. Sin silencios. Sin hipocresías. Diciéndonos " aquí estoy, cuenta conmigo para lo que necesites.




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