sábado, 25 de julio de 2015

A PIQUE.

El acto de  creación de cualquier obra está imbricado en la vida de su autor, como la raíz de un árbol en la tierra donde nace.

Por eso es tan importante conocer la biografía de esos autores. 

De cualquier pintor, escultor, poeta, escritor, entendemos mejor su obra si conocemos su vida.

En la obra humana que es la vida de cada quién,  también es así. Comprendemos mejor a ese bancario, a esa profesora, a ese chófer de autobús, a esa administrativa, a tal médico, si  nos fuese dada   conocer su biografía.

Pero hay un momento , sin duda, que todo eso florece de una manera espontánea.

En la enfermedad , en el fracaso, cuando todo se echa a perder..

Florece para el enfermo, para su familia y para los que le acompañan. Todo emerge y se manifiesta naturalmente: lo bueno y lo malo, los quilates y las aleaciones burdas, la entereza y  la cobardía...

¡Cuántas familias se han ido a pique por la ruina de los que amaron!

Y cuantas salieron adelante por  el amor.



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EN LO SECRETO

3 comentarios:

  1. Pues yo no estoy de acuerdo en que la obra y la vida de un autor estén imbricados en todos los casos. La estilística del habla, la crítica idealista, estaría de acuerdo con esto. Yo tengo una idea más "formalista": creo que la obra es independiente del autor. Pablo Neruda, un hombre cuya vida me parece muy poco ejemplar por narcisista, ha escrito poesías preciosas.
    Dicho esto, creo que hay tomar una actitud más "perspectivista": autor - obra - lector están imbricados. El mismo libro leído por mí en momentos diferentes de mi vida es también un libro distinto.
    Estuve con Yasmina Reza, la que escribió la obra de teatro en que se basa la peli de Polansky Un Dios salvaje. Me decía que todo lo que se escribe en las universidades sobre lo que ella quiere decir en sus libros nunca se le había ocurrido.

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    1. Aunque estoy de acuerdo, sólo en parte, amigo Sandor.

      "Intelectuales" libro de Johnson, defiende tu idea, una cosa es la obra, otra la persona, y allí queda muy claro.

      Pero aún así, yo creo que una no se explica sin la otra, excepto los que han hecho "oficio " de su obra.

      El tema es interesante.

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  2. Nací en 1.890, a las orillas del Sena.
    Sólo fui a la escuela para aprender a leer y escribir.
    Cuando fui adolescente, mi padre me llevó con él a la serrería, donde aprendí a descortezar troncos y a aserrar maderos.
    Cuando mi padre consideró que había comprendido la naturaleza del material, me llevó al taller de carpintería de mi tío, donde entré de aprendiz.
    Cuando estalló la Gran Guerra era ayudante, y ya sabía ensamblar con cierta soltura.
    ...
    En 1.915, durante la campaña del Marne, viví los peores años de mi vida. La guerra de trincheras.
    Cinco días viviendo sobre el barro, y una mañana corriendo sobre él, para morir.
    Me obligaron a participar en doce cargas descubiertas, y tuve la fortuna de salir vivo de todas.
    Creo que maté a media docena de alemanes; que eran exactamente como yo, jóvenes forzados a la barbarie.
    Después de aquello ya nunca me consideré una buena persona, pues mi alma se destruyó para siempre a la temprana edad de veinticinco años.
    ...
    Tras el armisticio seguí con la madera, y también me aficioné a escribir poesía.
    En mi pueblo adquirí cierta fama de poeta, y algunos vecinos me pedían que les escribiese algún poema para regalar a sus esposas o novias.
    Me tenían por un artista, buena persona y sensible a la hora de expresar sentimientos y emociones.
    ...
    Pero la única verdad de mi vida es que, tanto las balas que disparé, como los poemas que escribí, fueron con un único fin.
    Sobrevivir.
    ...
    Yo quería haber fabricado muebles de madera y haber disfrutado con mi oficio.
    Pero con veinticinco años ya era un viejo de alma podrida; y nada ni nadie consiguió liberarme de la verdad que me perseguía.
    Las circunstancias hicieron de mí un asesino, y ni la poesía, ni mi esposa, ni mis hijos, consiguieron nunca que me desprendiera de un peso tan infame.
    ...
    Ahora soy viejo, estoy retirado y de vez en cuando paseo por la serrería para ver como descortezan los árboles y sierran los tablones.

    Como si la inocencia todavía permaneciera en esas briznas de madera que saltan por el aire.
    ...
    Espero que Dios me perdone alguna vez, porque yo no puedo hacerlo.

    Poeta de la naturaleza, pusieron en mi epitafio.

    Malditas mentiras.

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