miércoles, 1 de julio de 2015

PROVIDENTE.



Hay algo en el dolor incomprensible, misterioso. Todos terminamos por ser personas dolientes. El verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente, termina por transformar hasta el más irreflexivo de los hombres , y lo hace para bien, o para mal.

Incluso el dolor que no se desahoga con las lágrimas, se libera a través de otras maneras, algunas  más dolorosas que el propio dolor.

Sin embargo, a veces ves personas que el dolor no les educó por culpa de un fanatismo que le hace  ver  lo que no hay. Son como niñoides, infantilizados, que te sorprenden con idioteces que sólo consuelan a almas muy catequizadas en frases hechas.

Esta gente es incapaz de ponerse en la piel del otro, y así es imposible entender a nadie.

 Frankl escribió que nadie puede ser totalmente conocedor de la esencia de otro ser humano si no le ama. Amando se es capaz de ver los trazos y rasgos esenciales en la persona amada; y lo que es más, ver también sus potencias: lo que todavía no se ha revelado, lo que ha de mostrarse.

Lo que a mi me parece escandaloso son los dolores congénitos, esos heredados, o aquellos otros que naces con una tara de nacimiento, y de por vida. Que  un cable anda por allí suelto, y no sabes a quién pedir garantías.

Y aceptar que Dios es un padre providente.

2 comentarios:

  1. Ayer leí en una novela el siguiente párrafo:
    "Los hombres infelices son todos parecidos. Alguna herida de hace mucho tiempo, algún deseo denegado, algún golpe al orgullo, algún incipiente destello de amor sofocado por el desdén -o, peor aún, por la indiferencia-, se aferra a ellos, o ellos a lo que les hizo daño, y así viven cada día en un sudario de ayeres" (Rubenfeld, La interpretación de un asesinato)

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  2. Ayer comprobé en mis carnes la teoría general del dolor.
    Una primera parte; donde te pegan un estacazo y te quedas totalmente gilipoyas ( partiendo evidentemente de estar ya medio gilipoyas; punto inicial totalmente testado por la experiencia).
    Una segunda parte donde el Boss te pone delante de otra circunstancia; con el fin de que relativices la primera parte de la teoría general.
    ...
    La primera parte la llevo grabada a fuego para los restos. Jódete, chavalín.
    La segunda fue simplemente maravillosa. Una chiquita negrita de cuatro años; a quien me tropecé en un Centro de Acogida; abandonada a su destino incierto.
    Miré al cielo, y a pesar de mi estado de gilipoyez suprema, supe que era la señal del Boos.
    Le digo al Director del Centro de Acogida que reúna a los niños y que anuncie la inmediata actuación del mejor mago del mundo.
    Gracias al anónimo que tanta caña me ha metido en los últimos años, comprendo algo que por evidente se me había escapado.
    El Boos me tenía reservada la comprensión de mi dolor a través de una niña de cuatro años. El muy ladino.
    ...
    Justo el día que la vida me da el gran tortazo; soy capaz de hacer que la negrita se descojone durante una hora y que sonría.
    ...
    Gracias, anónimo. Si no me hubieras dado tanta caña; nunca hubiera comprendido dónde está mi lugar; y cual es mi misión.
    Te lo agradezco de todo corazón, mamoncete.
    ...

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