Hay parejas que en su relación personal una de ella tira de la flor , a ver si crece. Y llega un día que, ¡zas!, se rompe el tallo . Nuestra naturaleza está pensada para crecer de otra manera. Desde luego , en las cosas del querer se parece mucho al mundo de la huerta y la jardinería.
No somos seres humanos con una experiencia espiritual. Somos seres espirituales con una experiencia humana.
Cuando sufres de una persona así es mejor darse una vuelta por el mundo, abrir un paréntesis . A veces algunos necesitamos que la parte humana del espíritu se dé un garbeo para conocerse mejor y, sobre todo, aceptarse.
Y en esa vuelta, puedes descubrir una gran verdad: sabes en qué momento dos personas que se quieren tienen la más completa posesión de sí mismos: en el momento en que se proclaman perdidos el uno sin en el otro.
Manolo, me siento morir. Maté a seis seres humanos en las trincheras y ahora sólo deseo la muerte, descansar de una vez.
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Eso es fácil - respondió el sacerdote de una pierna -, vete a la sacristía y me traes la escopeta de mi padre y los cartuchos.
Están detrás de la puerta, en un armario de dos hojas.
Hoy te mataré con mucho gusto.
Ah ! Y tráete la pala del jardín para que caves tu propia fosa. Yo soy un tullido, y no podré hacerlo por tí.
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Le hice caso, le traje las herramientas y me dijo que cavara una fosa junto a un alto ciprés que se erguía en mitad de toda la mitad del campo.
Como un faro en medio de la costa.
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Cavé la fosa y me dispuse a morir.
Una sensación de paz me inundó. Por fin iba a pagar todas mis culpas de una tacada.
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Manolo me dijo que me pusiera de espaldas a él, junto a la fosa.
No podré matarte bien si te veo el careto, compañero.
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Cargó la escopeta con dos cartuchos, me apuntó y sin avisar siquiera, disparó.
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Una enorme rama cayó del árbol y me dió en la cabezota.
¡ joder, menuda puntería tengo, en caso de guerra sólo sirvo como prisionero ! - exclamó aquel sacerdote que me conocía desde pequeño -, menuda pifia de fusilamiento !
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Luego me obligó a ir a mi casa y volver con el petate del ejército.
Después me dio las llaves de su casa y traje su petate.
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¡ Echa los petates en la fosa, tira allí la escopeta de mi padre y la caja de cartuchos y después tapas con tierra nuestro pasado !
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Bajo un ciprés esbelto, situado en la mitad de toda la mitad del campo, erguido como un faro en la costa, enterramos ambos nuestro pasado para siempre.
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Anda, ven. Tenemos muchas cosas que hacer.
Y perdona que no te haya matado.
Necesito un buen carpintero.
A ver si me aclaro contigo, que me tienes perplejo.
EliminarSi naciste en 1.890 y participaste en la Primera Guerra Mundial ahora tendrás 125 años.
Algo falla..