sábado, 19 de septiembre de 2015

BUSCO EL AMOR.

Busco el amor y quisiera que mi final se escribiera : "De Suso  no hemos vuelto a saber. Aquel formidable navegante con una sola pierna ha desaparecido de mi vida; supongo que se reuniría con su vieja negra y que vivirá todavía, satisfecho, junto a ella y al Capitán Flint. Y ojalá así sea, porque sus posibilidades de gozo en el otro mundo son harto escasas.

Los lingotes de plata y las armas aún están, que yo sepa, donde Flint las enterró; y por lo que a mí concierne, allí van a seguir. Yuntas de bueyes y jarcias que me arrastraran no conseguirían hacerme volver a aquella isla maldita; pero aún en las pesadillas que a veces perturban mi sueño oigo la marejada rompiendo contra aquellas costas, o me incorporo sobresaltado oyendo la voz del Capitán Flint que chilla en mis oídos: «¡Doblones! ¡Doblones!»

Lejos de todo y de todos  quisiera estar, por valles, montes, praderías , respetándome y respetando los paisajes que no pisaré. Sin fronteras.

No creo que entendáis  esta entrada: quién es la vieja negra, el capitán  Flint, y el anónimo que escribe.

Soy sangre que brota de una herida enamorada y, a la vez, una ermita en ruinas. El  Quevedo  del "polvo enamorado" me  hace un guiño .

Sólo seré amor, o no seré.

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LA LUZ QUE NO MOJA

2 comentarios:

  1. El otro día en la playa pensé en ti leyendo unos versos de JR Jiménez: "Qué triste es amarlo todo / sin saber lo que se ama". Hoy “el alma sueña sobre las terrazas /
    con días falsos de imposibles vidas”. Estás de duelo, amigo, como tiene que ser.

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  2. El juez emitió su veredicto.
    Aquel señor vestido de negro, imponía con su presencia en la sala de juicios.
    Cada palabra, cada gesto calculado, con el único fin de acojonar al personal.
    Te podía mandar a galeras para los restos, o indicar al alguacil que te acompañara a la salida, libre.
    ...
    Menudo cabroncete, pensó el acusado, quien se entretenía en las largas horas del juicio mirando por la ventana las nubes que pasaban.
    Algodón a mil quinientos metros de altura.
    ...
    El alguacilillo nos mandó levantarnos a toda la sala, y el cabroncete se dispuso a leerme la sentencia allí mismo.
    Joder, joder, joder.
    Lo de nosecuantos años y un día iba a ser una gran putada, y encima el cachondeito de "y un día", que siempre me había parecido de coñá.
    ...
    Me levanté, miré las nubes por última vez, y como tenía las manos sujetas con grilletes, no pude hacer lo que me pedía el cuerpo.
    Agarrar la porra del alguacil y romperle el cráneo a aquel juez que a punto estaba de jodetme vivo.
    ...
    El cabrón fue breve.
    " Serás amor . Se levanta la sesión "
    ...
    Cuando por fin salí libre de aquello, me quedé tres horas seguidas sentado en la hierba, mirando las nubes.
    Eran tan blancas, que por primera vez en varios años, pude disfrutarlas.
    Como si fuera la primera vez.

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