domingo, 13 de septiembre de 2015

VIAJERO

De niño  viajaba con la imaginación a  lugares muy  lejanos sin moverme de la mesa de clase , o del aula donde semana tras  semana estaba castigado en un estudio  que los jesuitas llamaban  de  "los sábados de 4 a 6", o en la mesa camilla de casa.

Me importaba nada  la sanción, el castigo, por  muy duro que le pudiese parecer a  quien fuese. 

Y,simultáneamente,inventaba historias que llegaban a conmoverme de tal manera que  en ocasiones sentía que se me erizaba el cabello, ¡tal era  el estado de enajenación que alcanzaba!

Siempre  soñé con marcharme muy lejos de casa: escapar . Sin embargo, no necesitaba coger un tren, o un avión. Mi canija  silueta echaba a andar a buen paso gracias a una imaginación que centrifugaba  mi vida .

Soñaba con alcanzar  una nueva personalidad en un escenario distante, disfrazado de misionero, o de salvador de causas perdidas, un enamorado  dispuesto a  morir por Carolina de Mónaco - ¡si supiera esa mujer lo que llegué a quererla!- y otras cosas diferentes que ocupaban miles de horas de  mi tiempo. 

La importancia de esos   lugares que con la imaginación alfarera  amoldaba  se convirtió en una cuestión de fe. 

Era el sitio en el que quería estar. Y allí estuve. Demasiado joven para partir, el cine , o esas novelas  de mi adolescencia sobre esos lugares lejanos  construyeron mi carácter. Los libros han sido  mi camino.  No me he movido mucho, pero he viajado como el que más.

Hoy miro el mundo con ojos de viajero sin moverme de esa aula , de esa mesa camilla, de esa habitación , que nunca fue mi cárcel.


4 comentarios:

  1. Es sorprendente la facilidad con que viaja la gente joven. Pero veo en los facebook de mis sobrinos que, vayan donde vayan, frecuentemente se juntan con otros españoles (en los países anglófonos, en las ONG...). Pienso que eso no es del todo viajar, pero el mundo ya no es lo que era. Hoy están en NY tomando tapas en un bar español viendo un partido de la Liga de Fútbol profesional con otros hinchas de su ciudad y piensan que están en NY. Físicmente sí.
    El otro día Carmen, una chica muy lista, de 50 años que se dedica a corregir traducciones para una editorial me dijo que había leído la Divina Comedia a los 13 años; cuando le comenté que un poco joven me contestó que había madurado pronto por circunstancias familiares. También he leído el Ulyses.
    Respecto a viajar en verano del alquimista impaciente:
    “Aterrizamos por fin en Málaga, en cuyo aeropuerto nos recibió un calor insoportable y un ambiente prerrevolucionario, debido a los muchos turistas abrasados que se amontonaban con sus maletas en pasillos y salas de espera, aguardando su vuelo. Al contemplar a toda aquella gente, escarnecida y pisoteada en su supuesto tiempo de disfrute, daba la impresión de estar ante uno de esos refinados infiernos que la cotidianidad ahíta de la vieja Europa ha de organizar de vez en cuando, en expiación de sus pecados” (Cap. 8, p. 109).

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  2. ¡Carolina de Mónaco! ¡qué nivel! ;) Supongo que mucho más tarde seguiste queriéndola cuando Carlota se hizo una mujer ...

    Buen Domingo!

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  3. En los viajes, exteriores e interiores, geográficos y anímicos, lo que define el máximo trayecto no es la mayor distancia recorrida, sino la imposibilidad de comunicar eso con lo que uno se encuentra y de hacer participar de ello a los demás. Es decir, lo que define el máximo trayecto es la soledad del viajero. Si hoy se tiene la necesidad de hacer viajes cada vez más exóticos (nuestros abuelos hicieron su luna de miel viajando a Zaragoza, nuestros padres la hicieron yendo a Madrid, y hoy los jóvenes –como describe Dr. Jeckyll– se citan en NY para ver un partido de fútbol) no se debe a que cada vez resulte más fácil „viajar de verdad“, sino precisamente a que cada vez resulta más difícil hacerlo. Lo que definitivamente estropea el encanto de todo viaje, lo que arruina ese misterio que es parte esencial de todo „verdadero viaje“, es la adicción a vocearlo a través de redes sociales, facebooks, selfis y demás infamias de nuestra época. El selfi es la versión contemporánea del „yo estube aquí“ que en los años setenta los domingueros raspaban con una piedra en las paredes de los monasterios turísticos: una profanación por imbecilidad.

    Antoine de Saint-Exupery, el autor de „El principito“, que como sabéis fue aviador y vivió largas temporadas en el desierto, una vez tuvo un accidente de aviación y, tras pasar cinco días en coma, durante su convalecencia, en la cama del hospital escribió el libro „Tierra de hombres“, que versa sobre la soledad del aviador en su cabina de vuelo. Acerca de la soledad como elemento esencial del „verdadero viaje“, leemos en el libro el siguiente fragmento:

    „La pared de un jardín doméstico puede encerrar más secretos que la Muralla China, y el alma de una niña está mejor protegida por el silencio de lo que lo están los oasis saharianos por el espesor de las arenas.“

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  4. No sabían nada de mí, absolutamente nada de nada.
    Solo me pidieron una cosa, que hablara con ellos en español. En medio del desierto del Sahara no hay academias de idiomas, así que la única manera de aprender uno, es practicarlo directamente. Te lo pedían muy sinceramente, pues su supervivencia depende de la capacidad de comunicarse. Así, que los beréberes, una de las razas más libres del mundo, con una natural afición por la música, las canciones ya el baile, son los mejores alumnos del mundo.
    No entienden de escritura, de gramática ni de sintáxis, pero dominan el mundo de los sonidos. Y eso, a la hora de aprender, lo es todo.
    ...
    Yo, que tengo el oído de un bloque de piedra, tuve que buscarme la vida para comunicarme de verdad.
    Y vive DIos que lo hice.
    ...
    Estos seres libres respetan aquello que tú haces con tus manos delante de ellos.
    Había uno al que le gustaba hablar sobre cómo formar una familia. Lo había intentado varias veces sin éxito.
    Decía que esperaba a su estrella.
    Así que busque una cuerda y un palo, y dibujė un círculo en la arena. Lo dividí en seis partes con la ayuda del radio, uní con rectas las divisiones y se formó una estrella. El bereber se fijó en el procedimiento y lo aprendió.
    Luego dibujé otro círculo del mismo tamaño, y con la ayuda de seis arcos de círculo, dibujé una flor de seis pétalos.
    El bereber aprendió este segundo procedimiento a la primera.
    ...
    Luego miré a los ojos al bereber y le expliqué lo que para mí era la mejor enseñanza del mundo.

    " si quieres alcanzar una estrella, debes ofrecerle una hermosa flor "
    ...
    Me miró muy serio. Y se quedó un buen rato pensando.
    Luego me abrazó en agradecimiento por la enseñanza geométrica.
    ....
    Hermano, me dijo al despedirse.
    Y yo, por fin, aprendí a viajar.

    Que ya era hora.

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