En la estación de Atocha encuentro una madre y su hija pequeña de rodillas, mirando a la Meca. Están en medio del hall de entrada , mientras la gente deambula , cada loco con su tema, ellas rezan.
Van vestidas con elegantes y estampadas túnicas, con turbante.
La gente va y viene , algunos se desayunan tomando una naranjada , un cortado , otros leen el periódico , y dos mujeres negras como el marfil rezan abstraídas de todo el barullo de la estación y , sin ningún respeto humano , hablan con su Dios.
Después esperan su tren a Barcelona. Esperan con paciencia infinita y se limitan a estar.
La vida es un contraste maravilloso. Esa estación y sus gentes recuerda un jardín botánico donde de unas flores admiras su belleza, de otras su rareza, de aquellas su fragancia, o su mal olor, que hay que tapar con un recipiente, de las de allá el que son carnívoras, o esas que se defienden con púas , y se adornan feas para poder subsistir.
Buena entrada.
ResponderEliminarTengan ustedes buen día.
https://www.youtube.com/watch?v=R8Daqud9Gk8
Conozco a un numerario que durante la mili rezaba las tres avemarías de la noche de rodillas. En el cuartel lo apodaban "el profeta".
ResponderEliminarLo de que se adornan feas, con púas, para poder subsistir ¿va por las musulmanas?
ResponderEliminarNo van por tu madre
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