Estoy encarcelado en la habitación de un hotel en Barcelona . Me siento enjaulado, leyendo una biografía de Zweig sobre Balzac. LLueve . De vez en cuando me levanto del sofá y aparto la cortina para mirar la calle.
La gente va y viene . La vida como la describió Gil de Biedma:
"Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.
Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.
Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra. "
Sale por el televisor una catástrofe lejana y anónima.Vuelve el vermilingua al hormiguero y con su lengua viscosa lleva el terror a miles de inocentes. Es una violencia ciega y terrible.
Barcelona es una ciudad aldeana , que vibra con cuatro acontecimientos. Si afinas el oído balan sus habitantes al son de sardanas que danzan financieros decrépitos acompañados de muchachas de pechos hipermásticos siliconados , y que han hecho nido debajo del ala de un millonario dalló més bó.
Desde la ventana observo la entrada del supermercado Bon Preu. Un rumano está pidiendo. Lleva años haciendo guardia en esa misma parada , y le debe de ir muy bien. Parece que el dinero de las ancianas que pasan delante de él cae como llevado por las ráfagas de viento de una falsa caridad , y forma montículos junto al tronco de los árboles donde está apoyado sentado en una caja. Él se limita a cogerlo, sonreír y, probablemente, cagarse en sus muertos.
En la pantalla del televisor aparecen unos cuantos muertos .
Parece que ha despejado la tarde. Salgo a pasear. Un matrimonio chino, oblicuo y oriental , me saluda ceremoniosamente en el ascensor. Dejo las llaves en recepción:
- Tenga cuidado, señor Mendive, el suelo de la entrada está resbaladizo.
Los peatones en la calle dan saltitos saltando los charcos y desde lejos una ambulancia parece auyar los gemidos del paciente que transporta en su interior. Creo que esta Barcelona tiene miedo , pero yo no me atrevería a asegurar de qué.
Probablemente saben que han ido demasiado lejos , que alguien les ha robado la cartera, y que todo es un montaje de unos cuántos.
Liate a ti mismo y vete a ver el crucero central de la Sagrada Familia.
ResponderEliminarFíjate en las columnas. Se levantan como árboles gigantes del bosque y van en busca de los pesos de la bóveda.
Hay armonía. Una desesperada búsqueda de imitar a la naturaleza.
Y luego te vas a la Fachada de la Pasión y buscas una matriz de cuatro por cuatro números menores de quince.
Y buscas el significado del pictograma de dieciséis números.
Un pasote pues hay ochenta y cinco combinaciones diferentes de cuatro números que suman treinta y tres, la edad en la que Cristo murió.
Un homenaje al Creador.
Y luego, si tienes tiempo, te fumas un puro o mejor, mascas un trozo de regaliz.
Merece la pierna.
Efectivamente a los antisistema los ha creado y hecho posibles la burguesía catalana como una gracieta dalló més bó y ahora se dan cuenta de que se les ha ido de las manos...
ResponderEliminarHace tiempo que no voy a Barcelona: algo habrá que hacer.
ResponderEliminarMuchas veces pienso: ¿qué pasará por la cabeza de esos nacionalistas de nuevo -ahora viejo- cuño salidos de la burguesía catalana, muchos de ellos colaboradores del régimen de Franco ... algunos de los cuales, por cierto, conocemos tu y yo ...
¿Seguirán creyendo que Pujol es un mesías o parecido?, ¿seguirán pensando que la burguesía catalana es un permanente ejemplo de bondad cristiana?.
Hoy me he levantado travieso ...