martes, 5 de abril de 2016

EL HUECO DE LAS MANOS

Proust  hiló   poco a poco su personal capullo de oro como un gusano hasta que al final se convirtió en la crisálida más evanescente de la historia de la literatura. Y todo por una magdalena.

La taza de camomila humeaba bajo su nariz y este hombre ya maduro un día mojó en ella una magdalena que se disolvió en varias migas dentro de la cucharilla. La elevó a los labios y no sucedió nada la primera vez. Tampoco la segunda. Pero a la tercera aquellas migas produjeron un efecto extraño. 

El sabor de la magdalena le abrió un alveolo del subconsciente donde la esencia del tiempo se hallaba sumergida. De pronto su sabor le trasportó a otra magdalena lejana que, de niño, su tía Leontie le daba en Combrey y a partir de ese perfume comenzaron a abrirse espacios de la vieja casa con sus voces, rostros, muebles, paisajes, todo un tiempo que se había perdido en la memoria.

Ese  hallazgo  cualquier día  te sucederá a ti, a mi, a todos.

El verdadero milagro proustiano no es que una magdalena mojada tenga el mismo gusto que otra magdalena mojada  y despierte el recuerdo. Es   que esa segunda magdalena resucite con ella un cuarto, una casa, una ciudad entera, y que ese lugar antiguo pueda, por espacio de un segundo, “conmover la solidez” de  tu vida actual , forzar sus puertas y hacer vacilar sus muebles, y que toda  tu zona  de  confort  salte por los aires.

A  mi  me  sucedió hace unas semanas mi particular  experiencia proustiana al ir a beber  del agua de un manantial en la poza azul, en el pueblo de  Covanera. Ahuequé las manos en un arroyo  para beber ...¡y llegó un recuerdo de mi adolescencia en Bielsa!

En ese  instante, puedes  recuperar verdades  que olvidaste,  amores que dejaste abandonados  a la vera del camino  , y al recobrar  esos  recuerdos   llorarás - ¡nunca serán más sanadoras esas lágrimas!- porque  caerás en la cuenta  que fuiste bello, y bueno, y que parte de ese  encanto está en que se ha esfumado. 

El  agua de ese manantial  hoy ya no corre por el hueco de tus manos  cuando querías sorber  y apagar la  sed de tu adolescencia.


----------------
EN LO SECRETO: GENTE

1 comentario:

  1. Me ha hecho gracia la expresión "zona de confort". La inseguridad nos acompañará siempre.
    "Este buitre voraz de ceño torvo
    que me devora las entrañas fiero
    y es mi único constante compañero..."

    ResponderEliminar