Me levanté de madrugada de la cama con el deseo comenzar el día tan feliz y tan campante. Me rasqué la espalda con la jamba de la puerta , bostezando , y mientras dejaba correr el agua para que se calentase miré el cielo por la ventana abierta.Vivo en un ático, un noveno.
A esa hora del amanecer sonaban en diversos acordes algunos de los retretes de la casa , y en los breves intervalos de la cloaca se dejaba oír la radio . Por el patio de luces se escuchaba llorar un bebé. Desde la ducha escucho el autobús de línea en la calle esperando a comenzar su itinerario.
Mientras me cepillo los dientes escucho el número premiado de la ONCE en la misma emisora del vecino. Alguien estará dando botes de alegría . Voy a la cocina y me preparo un café, me desayuno un plátano v me asomo al balcón. Sale el vecino y cierra la puerta de casa con doble cerrojo y el tintineo de sus llaves al introducir el llavero en el bolsillo. Antes de entrar en el ascensor espera cantando "bailandoooo, bailandooo" , la canción de Enrique Iglesias.
Bajo la persiana de mi habitación y veo la ropa tendida de la casa de enfrente, unas camisas , las bragas de una pensionista , la blusa de alguna dependienta, unos calcetines , son de seres anónimos que se cruzan a diario conmigo en la calle.
A todos nos une el mismo sonido de los desagües, los ronquidos del abuelo, los quejidos del último estreñido atravesado, los estertores nicotinados del bronquítico, el jadeo del amor , el suspiro de la madre esperando la hija adolescente, las canciones tatareadas en el patio, el llanto del bebé , las lágrimas indefensas.
Salí a la calle. Me santigüé , y pedí la bendición del buen Dios para todos los inquilinios de la Calle 13, Rue del Percebe
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