Cada vez estoy más convencido de que no hace falta palpar nuestras obras, ni siquiera que sean vistas , para ser reconocidas.
Del mismo modo que las oraciones de un monje , o de una monja en su clausura , tienen peso, medida, y sentido , aunque nadie las oiga. Ni siquiera aquellos que son sujetos de esas oraciones.
Esa es una de las razones por las que escribo. Lo que menos importa es quien lee estas páginas. ¡Cuántos libros , cuadros, poemas, oraciones, causan efecto sin ser leídos, o vistos!
Lo de menos es el éxito o el fracaso de nuestras acciones.
Sucede lo mismo con esa alquimia secreta que está en el interior de lo que se conoce como "la comunión de los santos": un deseo bueno por ti, que estás a miles de kilómetros de mi, es eficaz. Lo que tú pides por mi, lo sepa yo o no.
Escribimos una carta a un amigo que vive en un país lejano,y que está pasando un mal momento, y la llevamos a correos. En el instante en que la echamos al buzón pensamos en su destinatario y nos preocupa si le llegará.
Sin embargo, resulta consolador el pensamiento de que, llegue o no a su destino, la carta la hemos escrito. Y la hemos enviado. Eso está allí , y ese sacrificio que hemos ofrecido, aunque nadie la lea, sí tiene sentido.
Algo parecido ocurre con nuestra preocupación por los ausentes.
Los pensamientos giran en torno a gente que queremos y que han desaparecido de nuestras vidas . No nos llegan noticias de ellos. Les quisimos en nuestra infancia, fueron amores de juventud, nos acompañamos durante años hasta un cruce de caminos...pero allí siguen, junto a nosotros.
A veces , varios años más tarde , nos enteramos de que fallecieron .
¡Qué absurdo!: angustiarnos por una persona que no existe desde hace tiempo. Pensábamos en ella como si estuviera viva. Hay algo maravilloso en es “como si”. Porque ahora sí que está viva, en otro estado.
Para mi la muerte, y para muchísima gente que me rodea, y sobre todo si es de alguien cercano, activa un resorte, casi instintivo, que se resume en que " no puede acabarse todo", que las cosas buenas dadas y recibidas no pueden quedar en nada.
Nuestra vida pide otra y no puede terminar del modo que lo hace, a veces tan estúpidamente.
Hay una canción de F. Mercury que se titula " love me like there's no tomorrow"...ámame como si no hubiera mañana...
Como si...
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