Leo "Viajes con Herodoto " de Kapucinsky y siento asco y pena de nuestra condición: terror, miedo, abyección, miseria , ignonimia...dioses que sólo nombrarlos ponen los pelos de punta. Y los representantes de esos dioses en la Tierra reclamando para si toda la gloria de ese invento.
Todos reclaman la patente de la divinidad, sea esta mesopotámica, egipcia, romana, bárbara, oriental. Gente que ha montado la vida sobre la muerte, de modo que es imprescindible matar para vivir. Es la degeneración repugnante del horror . Nada nuevo bajo el sol. Los dioses cincelaron el dolor en la carne de sus criaturas con el gusto de un orfebre: batiendo y moldeando al personal a martillazos a fuego y sangre.
También esos representantes de dios nos ofrecieron la abyección moral. Es pavorosa la historia de la Humanidad.
Por eso , sorprende que aparezca Jesús en medio de este lodazal de destrucción - ¡ cómo fue recibido por ese rey Herodes ! - y hable de perdonar, de poner la otra mejilla, de las flores del campo, de las aves del cielo, de ovejas perdidas...que muera en un patíbulo dejando una panda de pringados, y que aquí estamos, dos mil años después.
Es verdad que a Jesús se le ha tergiversado mucho el mensaje, y que ha tenido representantes suyos de lo pior de lo pior.
Ante semejante situación , ¿qué hacer?: hincar nuestras rodillas en el estercolero y mirar al cielo cantando la gloria al creador sabiendo que es verdad que está con los pobres, con los enfermos, con los que lloran...
O pensar que ese dios es un puto cuento como el de Jerjes, Tutankamon, los Césares , o cualquiera de los hijos de puta que han sembrado este mundo de esclavos. Y colaborar con él arrojando fetos de niños a la trituradora, espumarajos de babas nacionalistas en forma de proclamas políticas de odio al otro, o armándonos de misiles nucleares hasta completar el exterminio total del planeta.
También podemos aislarnos , cercar con una valla nuestra pequeña parcela y construir detrás de ella un sueño . Y ser como ese hombre que dejó de conducir para no dejar el parabrisas de su coche como un cementerio de moscas y mosquitos. Eso al dios de Jerjes le dejaría acojonado.
Desde este punto de vista , el bueno de Francisco sobrecoge: hermana lechuga, hermano lobo, amigo berberecho, amiga hiedra, sobrino musgo, tía amanecer .¿Maravilloso hombre este Francisco que se tomó en serio a ese Jesús. Que aprendió a ver el reflejo de su alma en los ojos de un perro. Que se puso de rodillas ante cualquier sembrado y besar el suelo sagrado.
Que supo plantarse desnudo ante el poder , mirándole de hito en hito , en bolinguis, el tío, porque sabía que su cuerpo es también el vestido de los lirios del campo .
Ser de Jesús, el de verdad, es vivir para hacerte inmortal sólo en lo que dura el salto de un salmón remontando el río.
Lo demás es mentira.
Aquel chico larguirucho y con melenas contaba buenas historias.
ResponderEliminarY muchos le creyeron y se organizaron para lanzar sus mensajes de paz y amor.
Los había de mirada agria y perdida, o de vida nítida y vibrante.
Unos eran tan jóvenes y puros que su verbo se elevaba como el vuelo de las Águilas.
Otros se apuntaron a ganador e hicieron trampas con su currículum.
Las había sabias y prudentes, y predicaban con el ejemplo.
Otras envenenaron con cicuta a medio barrio y luego se fumaron un puro.
...
Lo bueno de aquellas historias es que fueron escritas para todas y todas.
Y nadie estaba acostumbrado a textos tan amplios.
A historias que metían su mano entre las costillas de tu tórax, y te sacaban primero el corazón.
Y luego tu alma.
Increíble entrada, Suso... Me la guardo! Un abrazo! Emma Morley
ResponderEliminar