viernes, 26 de agosto de 2016

EL MALO DE LA PELI.

De crío me gustaba ser  el  malo  de la película. Hoy me sucede  lo mismo.

En el malo  reconocemos al niño que nos gustaría seguir siendo y no al coñazo  responsable que estamos obligados a ser. 

Por eso nos encantan los malos:  su ausencia de remordimientos, su placer instintivo y su determinación en el mal. Los malos nos descubren nuestros deseos más secretos y nos permiten explorar el lado más oscuro de nosotros mismos. 

Desde  muy chaval  me identifiqué  con personajes siniestros  que me  permitían  vivir vidas vicarias. 

Cuando en el despacho de mi padre  descubrí que con un cuchillo abrecartas podía atravesar  la puerta , lo primero que hice fue clavarlo   como si acuchillase a  Don Eloy , un profesor al que odiaba profundamente, y gritar:  "¡¡¡MUERE, HIJO DE LA GRAN PUTA!!! 

Tardó mi madre en descubrir  la puerta agujereada  por todos los lados. La bronca fue muy principal.

El malo me servía  de vía de escape para hacer cosas   que nunca me atrevería a  hacer. Los malos mienten, roban, son tramposos, seducen a chicas preciosas sin comprometerse, revientan a leches a gilipollas insoportables, beben Jack Daniels, fuman , escupen por el colmillo, andan chulo,
lanzan miraditas  que enamoran...

Ese era yo. 

Al fumar desde los ocho años,  tuve que mentir, sisar los cambios de la compra, y comenzar malamente  la vida. Decidí ser el malo de la peli. Desde entonces he matado muchos "don Eloy". 

Pasa  el tiempo  y descubres que no eres tan malo. Eres gilipollas. Eres un buen chaval  que  has vivido en otro mundo .

Sobre la maldad trata el documental  que podéis ver en Youtube  titulado "El acto de matar": desasosegante, enfermo y extravagante, que fascina y repele a partes iguales, que se ve con espantado agrado , un viaje al  desvarío repugnante que supura  durante más de una hora y te deja  muy tocado. Aquí los  malos  son de verdad.

Un ejercicio brillante que muestra  la locura humana y sus múltiples manifestaciones.Para mi es  necesario, tremendo, aterrador e imprescindible y poco gratificante.

La violencia no se muestra. Se cuenta.Trata del genocidio contado por  los  propios  carniceros que hubo en Indonesia en 1965  donde  asesinaron más  de un millón de  personas.

Al final  - ¡inolvidable ese final! - sólo queda la arcada como respuesta de   uno de ellos. La conciencia no perdona y después de todo crimen siempre queda un castigo aunque la arcada sea el único medio que propone esa extraña catarsis y conquista que propone “The Act of Killing”. 

En el momento que Anwar deja de ser cínico y vuelve sobre si mismo, se da cuenta de  que la bestialidad que hizo realmente hizo daño. No solo a los otros, sino que a si mismo. 

Lamentablemente no podemos vomitar con él porque no queda nada en nuestro interior después de la experiencia de ver el mejor documental que he visto  en  mucho tiempo.
  
Resultado de imagen de el acto dematar

1 comentario:

  1. Impresionante. Este finde quiero ir a al cine a ver Experimenter: la historia de Stanley Milgram:
    En 1961, el psicólogo Stanley Milgram llevó a cabo en la Universidad de Yale una serie de experimentos sobre la obediencia. La investigación, planteada a raíz del juicio a Adolf Eichmann, pretendía dilucidar la relación de las personas con la autoridad. Sus estudios demostraron como, amparados por la sumisión a la autoridad, somos capaces de las conductas más sádicas. La película evita todas las convenciones de un biopic convencional en pos de una narrativa casi experimental, que alterna formatos y rompe la cuarta pared y en general juega al desconcierto. Tan provocadora invitación al espectador a cuestionar lo que ve es sin duda idónea para una película de un científico que predicó los males de la obediencia ciega.
    No es cine para todos: algunos se deprimen...

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