La escena la conocemos bien
Un centenar de hombres justicieros se presentan delante de Jesús arrastrando a la mujer adúltera que fue recibida en silencio por todas las miradas mientras era depositada en tierra.
- La ley dice que si una mujer es sorprendida en fragante adulterio debe de ser apedreada , tú , ¿qué dices?.
La voz del que preguntaba se unió al murmullo de asentimiento de aquellos hombres, murmullo que se confundía con el balar de unas cabras .
La muerte por lapidación para la mujer adúltera venía ordenada por el Libro Sagrado. Algunos de esos hombres justicieros habían armado sus manos con una o varias piedras. La mujer adúltera dobló su tronco hasta dar con su rostro en el polvo. Lloraba. Protegida la cabeza con las manos, sólo esperaba de sus verdugos la gracia de que la primera piedra fuese la que le matase.
Jesús, posando la mano sobre la cabeza de la pecadora que temblaba como un conejillo, dijo : "Quien esté libre de pecado, que arroje la primera piedra". Esa orden sonó poderosa , como un relámpago. Los verdugos se quedaron paralizados .
Con la piedra en la mano todos comenzaron a explorar su conciencia. Mientras la mujer adúltera miraba llorando los pies del Nazareno , aquellos hombres iban descubriendo dentro de su conciencia lo peor de ellos mismos, cuentas pendientes, asuntos de los que mejor no hablar , los hechos inconfesables que habían cometido y que aún permanecían impunes.
Todos dejaron la piedra en el suelo y se alejaron, empezando por los más ancianos.
Mientras , Jesús escribía en la tierra.
Al levantar la vista Jesús encontró un hombre en pie. Jesús sabía quién era. Era un hombre puro, libre de pecado, exento de toda culpa, el único legitimado para cumplir la sentencia, según el profeta.
Cuando ella levantó el rostro, los pecadores habían desaparecido. Jesús le dijo: “no sufras, mujer, hoy estarás en el Paraíso con tu Padre Dios.
En medio de la plaza sólo quedaba aquel hombre casto con el brazo armado. No lo dudó ni un segundo , aquel fanático lapidó a la adultera llevado por la crueldad que nace de la estricta pureza.
Hoy los hijos de ese hombre se inmolan en medio de Centros Comerciales asesinando adúlteras. Y Jesús sigue dibujando garabatos en el suelo. Así se crían los asesinos.
No hay que mezclar churras con merinas. A no ser que hayas llegado a chingarte a las mamás de tus alumnos.
ResponderEliminarGracias por la pedrada. Una chinita, la verdad, no llega piedrote.
ResponderEliminarY gracias por recordar. Así uno vuelve a pedir perdón, y sentirse perdonado.
Ni chinitas ni los cojones. Zumbarse a la madre de un niño al que andas aleccionando, no se hace. Ni en el Opus Dei ni en el Hare Krishna. Tú sigue pidiendo perdón, que otra cosa será que te perdonen.
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