martes, 2 de agosto de 2016

LA PRIMERA PIEDRA

La escena la conocemos bien 

Un centenar de hombres justicieros se presentan delante de Jesús   arrastrando a la mujer adúltera que fue recibida en silencio por todas las miradas mientras era depositada en tierra.

- La ley dice que si una mujer es sorprendida en fragante adulterio  debe de ser apedreada , tú , ¿qué dices?.

La voz  del que preguntaba   se unió al murmullo de  asentimiento  de  aquellos  hombres, murmullo  que se confundía  con el balar de unas cabras . 

La muerte por lapidación para la mujer adúltera venía ordenada por el Libro Sagrado. Algunos de esos  hombres justicieros habían  armado  sus manos con una o varias piedras. La mujer adúltera dobló su tronco hasta dar con su rostro en el polvo. Lloraba. Protegida la cabeza con las manos, sólo esperaba de sus verdugos la gracia de que  la  primera  piedra  fuese  la  que le matase. 

Jesús, posando la mano  sobre  la  cabeza  de la  pecadora  que temblaba  como un  conejillo,   dijo : "Quien esté libre de pecado, que arroje la primera piedra". Esa orden  sonó  poderosa ,  como un relámpago.  Los  verdugos  se  quedaron paralizados .

Con la piedra en la mano todos comenzaron a explorar su conciencia. Mientras la mujer adúltera miraba  llorando los  pies del Nazareno , aquellos hombres  iban descubriendo dentro de su conciencia  lo  peor de  ellos  mismos, cuentas pendientes, asuntos de los  que mejor  no hablar , los hechos inconfesables que habían cometido y que aún permanecían impunes. 

Todos dejaron la piedra en el suelo y se alejaron, empezando  por los más ancianos.

Mientras , Jesús escribía en la tierra.

Al  levantar  la vista Jesús  encontró un hombre en pie.  Jesús sabía  quién era. Era un hombre puro, libre de pecado, exento de toda culpa, el único legitimado para cumplir la sentencia, según el profeta. 

Cuando ella  levantó el rostro, los pecadores habían desaparecido. Jesús le dijo: “no sufras, mujer, hoy estarás en el Paraíso con  tu Padre Dios.

En medio de la plaza sólo quedaba aquel hombre casto con el brazo armado. No  lo dudó  ni  un segundo , aquel fanático lapidó a la adultera   llevado por la crueldad que nace de la estricta pureza. 

Hoy los hijos de ese  hombre  se inmolan  en medio de  Centros Comerciales  asesinando adúlteras. Y Jesús sigue dibujando  garabatos en el suelo. Así  se  crían los asesinos.

------------------
LA LUZ

3 comentarios:

  1. No hay que mezclar churras con merinas. A no ser que hayas llegado a chingarte a las mamás de tus alumnos.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por la pedrada. Una chinita, la verdad, no llega piedrote.

    Y gracias por recordar. Así uno vuelve a pedir perdón, y sentirse perdonado.

    ResponderEliminar
  3. Ni chinitas ni los cojones. Zumbarse a la madre de un niño al que andas aleccionando, no se hace. Ni en el Opus Dei ni en el Hare Krishna. Tú sigue pidiendo perdón, que otra cosa será que te perdonen.

    ResponderEliminar