sábado, 6 de agosto de 2016

UN RECUERDO

Un día de esos  que  mi padre  me  llevaba a cazar  con él por  recomendación médica  ("agótelo " le  aconsejó el  psiquiatra)  encontré una cápsula de bala en un barranco de la sierra de Valmadrid, en  Los  Monegros.

Yo le  acompañaba sustituyendo a "La", una perra  Braco.

Se  la mostré . Me  dijo  que en esos campos   se había librado una cruenta batalla durante la guerra civil. Me impresionó mucho, y durante un tiempo  la  guardé  en  una  estantería  .  Esa bala herrumbrosa  pudo haber matado a un soldado. 

En los  pueblos  de  los Montes Torozos  todavía hoy  se  respetan los  conejos  a la hora de cazarlos.Se sabe  que son animales  carroñeros  y   son muchas  las  familias  con parientes  que fueron fusilados  en las  lindes  de  sus campos que piensan que  se alimentaron de los cuerpos sin enterrar.

En lo más crudo de la guerra se  dieron ejecuciones incontroladas por  las llamadas “patrullas del amanecer” o “patrullas de limpieza”, formadas por espontáneos falangistas, monárquicos y guardias civiles que, sobre todo durante el verano del 36, recorrían la provincia en camiones, recogían en los pueblos a los izquierdistas más significados y los fusilaban en las afueras de la localidad o en algún monte. No pocos casos fueron simples venganzas personales.

Sin duda las sacas más numerosas y conocidas fueron las perpetradas al sur de la comarca de Tierra de Campos, en los Montes Torozos. Cientos de personas fueron acribilladas a balazos detrás de un encinar junto a la carretera N-601 Valladolid-León, a la altura del cruce hacia Peñaflor de Hornija y Castromonte. 

Cada noche morían allí decenas de personas antes de la salida del sol. Los patrulleros rara vez enterraban a sus víctimas. Lo más frecuente era que sacaran de la cama, a punta de fusil, a dos o tres labradores de los caseríos cercanos y les obligaran a cavar las zanjas y a completar la inhumación de los muertos. No era raro, sin embargo, dejar muchos cadáveres sin cubrir o sepultarlos solo superficialmente. 

Durante mucho  tiempo  la  visión  de esa bala  en la estantería  me  daba miedo  al imaginar  la trayectoria mortal que  rubricaba  el final de una vida.


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